La Atlántida significa cosas muy diferentes para mucha gente. Para algunos sería una isla y una ciudad de ficción que un filósofo con una vívida imaginación inventó para ilustrar un punto de vista moral, y nada más. Para otros, se trataría simplemente una civilización de la Edad del Bronce que existió no más de mil años antes de la Grecia Clásica, cuya grandeza y poder excedían todas las proporciones imaginables. Pero existen unos pocos que mantienen la creencia, tan ridiculizada por la mayoría de los expertos, de que la Atlántida no fue únicamente todo lo que Platón dijo que era —una civilización espectacularmente avanzada que existió antes del nacimiento de la historia documentada tal y como la conocemos, sino que habría sido la cultura madre ancestral de todas las civilizaciones conocidas cuyo legado, aunque olvidado por la historia, se habría conservado en los mitos y los relatos de culturas de todo el mundo y en misteriosos monumentos descubiertos en muy diversas latitudes.
Platón, considerado tanto por los investigadores de la Atlántida como por los escépticos la única fuente autorizada acerca de esta antigua ciudad, nunca afirmó explícitamente que la Atlántida fuese el origen de toda civilización. Esta osada y radical declaración fue realizada, más de dos milenios más tarde, por el individuo de quien menos nos lo esperaríamos, un hombre conocido como Ignatius Donnelly, separado del Mundo Mediterráneo en el que la leyenda tuvo su origen por un vasto océano de tiempo y espacio. Hombre excéntrico e idealista con tendencia a las teorías más descabelladas, Donnelly fundó una ciudad llamada Nininger City que muy rápidamente se convirtió en una ciudad fantasma tras la crisis económica que asoló en su tiempo los Estados Unidos.
Habiendo aprendido la lección de que era mucho más difícil crear una nueva comunidad que unirse a una ya existente, Donnelly entró en política y obtuvo un éxito realmente notable: ejerció de vicegobernador en su estado adoptivo de Minnesota poco antes de la Guerra de Secesión, y también se alineó con la facción de los Radicales Republicanos durante la guerra y cierto tiempo después. Decepcionado por la creciente corrupción del Partido Republicano, cambió de partido más tarde para finalmente retirarse de la política, decidiendo dedicar sus aún considerables energías a escribir un libro acerca de otra cuestión que había captado la atención de su incansable mente: la civilización perdida de la Atlántida.
Terror Antiquus, óleo de L.Bakst (1908) (Public Domain). Superpuestas, imágenes de un manuscrito medieval, traducción al latín del diálogo de Platón ‘Timeo.’ (Public Domain).
Gozando del privilegio de un acceso ilimitado a los archivos de la Biblioteca del Congreso, Donnelly desarrolló una novedosa hipótesis de un alcance inimaginable. Argumentó que las aparentes similitudes entre culturas separadas por vastos océanos, aisladas por tanto las unas de las otras a lo largo de toda la historia conocida, podrían explicarse por la influencia de una civilización mundial que habría existido en la antigüedad más remota, dejando su huella en todo el mundo antes de su definitiva desaparición. El libro de Donnelly, titulado Atlántida: el mundo antediluviano, fue muy bien recibido por el público y se convirtió en uno de los libros más vendidos de su época.
En el capítulo 5 de la IV Parte de Atlántida: el mundo antediluviano, titulado La Pirámide, la Cruz y el Jardín del Edén, Donnelly defiende de esta manera la existencia de la Atlántida:
¿Cómo pudo la mente humana concebir este singular edificio: la pirámide? ¿Mediante qué proceso de desarrollo lo alcanzó? ¿Por qué se habrían construido estas extraordinarias estructuras a orillas del Nilo y en medio de las selvas y llanuras de América? ¿Y por qué, en ambas regiones, debían estar orientadas con los cuatro lados de su base alineados con los puntos cardinales? […] ¿Es plausible suponer que todas estas extraordinarias coincidencias sean fruto de la casualidad? Podríamos afirmar igualmente que las similitudes entre las formas de gobierno de Inglaterra y los Estados Unidos no tienen que ver con la relación entre ambas, o con su origen, sino con que hombres puestos bajo similares circunstancias habrían necesaria y espontáneamente alcanzado los mismos resultados.
El lector perspicaz familiarizado con el relato de Platón sobre la Atlántida habrá observado que los razonamientos de Donnelly, hablando estrictamente, no confirman la existencia de la Atlántida per se, sino únicamente la existencia de alguna civilización constructora de pirámides que legó sus conocimientos a los egipcios, mayas y aztecas, así como al resto de civilizaciones constructoras de pirámides de todo el mundo, aunque Platón no menciona en ningún momento pirámide alguna en sus diálogos al hablar de la Atlántida.
La Atlántida de Platón tal y como aparece descrita en los diálogos Timeo y Critias. (Public Domain)
Si, por el contrario, Platón dijo realmente que en la Atlántida se construyeron pirámides, sería difícil negar que el relato de Platón acerca de la Atlántida se refiere a un hecho verídico, ya que insistir en que el texto de Platón es ficticio significaría que Platón, por pura casualidad, ideó una historia sobre una civilización prehistórica constructora de pirámides —precisamente la civilización a cuya existencia apuntan evidencias disponibles únicamente en nuestro tiempo— en una época en la que no había evidencia alguna que sugiriese la existencia de tal civilización. Una coincidencia así habría sido tan improbable que bastaría para demostrar la veracidad del relato de Platón acerca de la Atlántida más allá de cualquier duda razonable. Así pues, surge la pregunta: ¿existe alguna estructura, motivo o símbolo que Platón sí mencione en sus textos sobre la Atlántida y que también podamos encontrar en civilizaciones conocidas, tanto del Viejo Mundo como del Nuevo, y que Donnelly no mencionase? Casualmente, sí.
El motivo de los círculos concéntricos aparece bajo una forma notablemente similar en culturas de todo el mundo, tanto del Viejo como del Nuevo, y en ámbitos que pasan por la arquitectura, la cerámica, la pintura y el arte rupestre. Encontramos círculos concéntricos en Perú, el Próximo Oriente y en fragmentos de piezas cerámicas hallados en la antigua ciudad de Tartessos. De todos los ejemplos de antiguos círculos concéntricos conocidos, quizás el más interesante sea el de Gilgal Rephaim.
Conocida en árabe como Rujm el-Hiri, la estructura mide más de 30 metros de ancho y está construida con miles de rocas basálticas que en conjunto pesan más de 40.000 toneladas. Según el Dr. Uri Berger, miembro de la Autoridad de Antigüedades de Israel, el amanecer de los solsticios de verano e invierno está alineado con ciertas aberturas presentes en las rocas. Los expertos están divididos entre aquellos que opinan que el monumento fue construido con una función principalmente funeraria o como un antiguo calendario, aunque generalmente unos y otros están de acuerdo en que su construcción dio comienzo en una época tan antigua como el año 3500 a. C., con lo que sería anterior a las pirámides de Guiza, según su datación comúnmente aceptada.
Se ha encontrado otra representación de círculos concéntricos en un fragmento de cerámica tartésica: esta pieza fue descubierta originalmente en los años 50 del pasado siglo, pero pasó desapercibida hasta que Georgeos Díaz-Montexano, investigador de la Atlántida, observó una figura de círculos concéntricos grabada sobre su superficie. Tartessos aparece por primera vez en el registro histórico en el primer milenio a. C., pero es posible que la ciudad fuese fundada mucho antes de esta fecha. El motivo de los círculos concéntricos también aparece grabado en piedras de todo el mundo, Norteamérica, Sudamérica, Irlanda, China y por todo el Mediterráneo. La extendida presencia de este símbolo sugiere que existió una civilización cuya influencia se extendió tanto por el Nuevo como por el Viejo Mundo, anterior al 3500 a. C. Ya que ninguna de las civilizaciones conocidas de la historia presentan este nivel de influencia antes de esa fecha, la única alternativa que nos queda es la de una civilización, aún sin identificar y perdida en el olvido, que hubiera difundido este símbolo por todo el mundo. Y es precisamente este símbolo el que encontramos en el propio corazón de la Atlántida de Platón: para ser exactos, en la estructura y trazado de su capital.
El megalito prehistórico de Rujm el-Hiri / Gilgal Refaim. (Flickr/CC BY-SA 2.0)
Fragmento de una pieza cerámica tartésica hallada en las ruinas de Tartessos, España
Arte rupestre con círculos concéntricos
Según Platón, la ciudad de la Atlántida fue labrada originalmente a partir de una pequeña montaña para servir como residencia al dios Poseidón y a su esposa mortal Cleito:
Allí moraba uno de los nativos surgidos de la tierra originalmente, de nombre Evenor, junto con su esposa Leucipe; y tuvieron como progenie una única hija, Cleito. Y cuando esta doncella alcanzó una edad adecuada para casarse, murió su madre, y también su padre; y Poseidón, loco de deseo por ella, la desposó; y construyó anillos circulares de tierra y mar albergando el uno al otro alternativamente, unos más grandes, otros más pequeños, siendo dos de tierra y tres de mar, construidos excavando en pleno centro de la isla; y estos anillos se encontraban a idénticas distancias en todas direcciones, para ser inaccesibles al hombre; ya que en aquella época, no existían aún ni los barcos ni la navegación.
Platón describe incluso las dimensiones precisas de cada uno de los anillos de tierra y agua como sigue:
El mayor de los círculos en los cuales se excavó una zanja para el mar tenía tres estadios de ancho, y el círculo contiguo de tierra tenía una anchura idéntica; y del segundo par de círculos, el del agua tenía dos estadios de ancho, y el de tierra firme igual anchura que el precedente de agua; y el círculo que rodeaba finalmente a la isla central tenía un estadio de ancho. La isla, en la cual se alzaba el palacio real, tenía cinco estadios de diámetro.
Recreación artística de la Atlántida basada en la descripción de Platón
En la Cuenca del Caribe, a 17°09'51.16" Norte y 65°03'31.45" Oeste, encontramos una figura que recuerda a la Atlántida de Platón.
Cuenca del Caribe con la localización de la ‘ciudad’ (Google Earth)
Vista superior (Google Earth)
Vista inclinada (Google Earth)
Por otro lado, las mediciones de los anillos concéntricos de esta figura encajan de forma precisa con las dimensiones aportadas por Platón.
Podemos calcular la distancia desde el centro o isla central hasta el límite exterior de cada uno de los círculos concéntricos como sigue, convirtiendo las distancias expresadas en estadios a millas utilizando el factor de conversión de 1 milla = 8,8 estadios. Además, es posible trazar los límites de cada uno de los anillos en las imágenes de Google Earth observando las variaciones en las tonalidades, alternativamente más claras o más oscuras.
En primer lugar, la distancia desde el centro de la isla central hasta su límite exterior es simplemente la mitad del diámetro de esta isla central, o 2,5 estadios, es decir, 0,28 millas.
Imagen de Google Earth
En segundo lugar, la distancia desde el centro de la isla central hasta el límite exterior del primer círculo de agua es la anchura de este primer círculo de agua sumada a la distancia anterior (el radio de la isla central), es decir: 2,5 estadios + 1 estadio = 3,5 estadios = 0,40 millas.
Imagen de Google Earth
En tercer lugar, la distancia desde el centro de la isla central hasta el límite exterior del primer círculo de tierra es la anchura de este círculo sumada a la distancia ya obtenida, es decir: 3,5 estadios + 2 estadios = 5,5 estadios = 0,63 millas.
Imagen de Google Earth
En cuarto lugar, la distancia desde el centro de la isla central hasta el límite exterior del segundo círculo de agua es la anchura de este círculo de agua sumada a la distancia anterior, es decir: 5,5 estadios + 2 estadios = 7,5 estadios = 0,85 millas.
Imagen de Google Earth
En quinto lugar, la distancia desde el centro de la isla central hasta el límite exterior del círculo de tierra de mayor tamaño es la anchura de este círculo sumada a la distancia anterior, es decir: 7,5 estadios + 3 estadios = 10,5 estadios = 1,19 millas.
Imagen de Google Earth
Finalmente, la distancia desde el centro de la isla central hasta el límite exterior del círculo de agua de mayor tamaño es la anchura de este círculo sumada a la distancia anterior, es decir: 10,5 estadios + 3 estadios = 13,5 estadios = 1,53 millas
Imagen de Google Earth
Imagen de portada: Misterio bajo el mar (Flickr/CC BY-NC 2.0) Sobreimpresionados, círculos concéntricos
Autor Brady Yoon