Grandes y pequeños conocemos la historia del rey Midas. Puede que no recordemos su nombre, pero es rara la persona que no ha oído hablar jamás de aquel rey legendario que convertía en oro todo lo que tocaba. Pero, ¿cuánto de mito y cuánto de realidad hay en torno a este personaje de cuento? ¿Existió realmente un rey Midas? En ese caso, ¿qué sabemos de él?
El rey Midas es protagonista de uno de los mitos más conocidos de la antigüedad. Evocado por infinidad de escritores y artistas, fue sin embargo el poeta romano Ovidio quien dio forma definitiva a su relato en la obra “Las Metamorfosis”. En ella Ovidio narra la historia de Midas, rey de Frigia, hijo de Gordio y Cibeles.
Según el mito, tras la muerte de Orfeo, Dioniso abandonó Tracia. Su viejo guardián Sileno, bebido como siempre -«ebrio de vino y años» concreta Ovidio- se perdió por el camino y fue recogido por unos agricultores frigios, que le llevaron ante Midas. El rey, que ya había sido iniciado en el culto que se le rendía a Dioniso, reconoció de inmediato al anciano y organizó un banquete con diez platos en su honor.
Después le llevó hasta el dios de nuevo y éste, encantado de tener de nuevo a su viejo maestro a su lado, quiso agradecer el gesto de Midas y le concedió un deseo. Midas pidió que todo lo que tocara se convirtiese en oro. El deseo se cumplió y, aunque al principio estaba encantado con la novedad, muy pronto se vio rodeado de tanto lujo y brillo que hasta lo que intentaba comer se endurecía al convertirse en metal. Incluso el vino, un don de Dioniso, se convertía en oro líquido al tocar sus labios.
Estatua de Ovidio en Constanza, obra de Ettore Ferrari. En sus “Metamorfosis”, Ovidio narra la historia del rey Midas (Public Domain)
Al darse cuenta de que estaba condenado a morir de hambre y sed, Midas rogó al dios que le liberase de sus «manos de oro». Dioniso le ordenó lavarse las manos en el río Pactolo –ubicado en la actual Turquía- donde, desde entonces, siempre se ha encontrado oro.
Midas ya no necesitaba riquezas ilimitadas y a menudo pasaba los días al aire libre, convirtiéndose en un devoto seguidor de Pan, dios de la naturaleza que había conseguido tal virtuosismo con la flauta que se atrevió a retar nada menos que a Apolo, a fin de demostrarle que él era el mejor músico de los dos. Tmolo, dios del monte del mismo nombre, sería el juez de la competición.
Midas estuvo presente en el concurso y se mostró incondicionalmente entusiasmado ante la actuación de Pan. Pero a continuación Apolo interpretó una pieza magistral que convenció a Tmolo de que debía declararle ganador. Todos estuvieron de acuerdo con la decisión menos Midas, que incluso llegó a protestar. Apolo se puso tan furioso ante tanta estupidez y desconocimiento sobre su talento musical, que convirtió las orejas del rey en las de un burro.
Midas, avergonzado, decidió desde entonces cubrirse la cabeza con el tocado tradicional frigio. Sólo su barbero conocía su deformidad y estaba obligado a guardar el secreto, pero el peso de la promesa era tal que no pudo resistirlo e hizo un agujero en la tierra en el que susurró que Midas tenía orejas de burro. Después de quitarse ese peso de encima, tapó el agujero y regresó a casa.
El rey Midas, luciendo las orejas de burro con que le castigó el dios Apolo tras preferir a Pan. Ilustración perteneciente a la obra “Epitre d'Othea” de la escritora medieval francesa Christine de Pizan. (1364-1430) (Public Domain)
En el punto en el que había susurrado brotaron unos juncos que proclamaban sus palabras cada vez que soplaba el viento y así todo el mundo pudo saber que el rey tenía orejas de burro.
La historia del rey Midas constituye uno de los mitos clásicos por excelencia enseñándonos la inevitable tragedia que sufriremos al no valorar lo realmente importante de la vida. Una vez más, a través de las historias míticas se nos alecciona e invita a reflexionar y a darnos cuentas de las consecuencias de ser esclavos de nuestros propios deseos internos.
La leyenda del rey Midas está íntimamente enlazada con la primitiva historia de los frigios. El pueblo frigio se estableció originalmente en la región de Macedonia, pero a finales del II milenio a. C., se trasladó hasta asentarse en una amplia región del norte de Asia Menor que se corresponde con la actual Turquía.
Fuentes orientales afirman que el rey Midas, protagonista del mito, fue un personaje real: Midas fue uno de los antiguos monarcas frigios, hijo de Gordio. Así, el escritor cristiano Eusebio de Cesarea estableció en su “Crónica Histórica” (versión armenia) la época de Midas aproximadamente entre los años 740-739 a. C. y 696-695 a. C. Otras fuentes documentan la existencia de un rey llamado Mittaa (Mitâ), que dominaba el país de Moshki o Mushki (Frigia) entre los años 718 y 709 a.C.
Ruinas de Trípolis, ciudad del antiguo reino de Frigia situada en lo que hoy es Turquía. (Mr. Arif Solak / CC BY 3.0)
Midas fue contemporáneo de los reyes asirios Tiglatpileser III, Salmanasar V, Sargón II y Senaquerib. Los anales de Sargón II indican que en el año 717 a.C. Midas había firmado un pacto con el rey luvita de Karkemish, vasallo de Sargón, iniciando luego hostilidades contra Asiria.
Sabemos también que urdió varios planes, junto con los reyes luvitas de las ciudades de Atuna (Tiana), Gurgum y Meliddu de la zona oriental de Anatolia, en contra de los intereses asirios. Así intentó asentarse en Cilicia (en la costa sudoriental de Asia Menor) y, de común acuerdo con los monarcas de Armenia, fomentó los levantamientos populares que estallaron en Capadocia.
Sargón se vio entonces obligado a construir fortificaciones para protegerse de armenios y frigios. Fue en ese momento cuando el reino de Midas alcanzó su máxima expansión, extendiéndose desde el curso superior del río Halis hasta tocar, por el sur, la frontera de Cilicia.
Pero Midas, temeroso de la amenaza que representaban los nómadas cimerios, decidió ponerse bajo la protección de los asirios, de manera que firmó un tratado de paz, remitió a Sargón una serie de regalos y se comprometió a entregar anualmente un tributo al rey asirio.
El rey Sargón II (derecha) y un alto dignatario. Midas fue un rey frigio vasallo de Sargón II. Bajorrelieve del muro del palacio de Sargón II en Dur Sharrukin, Asiria. (716-713 a. C.). Museo del Louvre, París. (Public Domain)
En efecto, cuenta Herodoto que el rey hizo donación al santuario de Delfos del trono real desde el que administraba justicia a sus súbditos. Esta pieza se custodiaba en el interior del llamado Tesoro de los Corintios, junto con otros valiosos regalos de oro y plata. En tiempos de Herodoto (mediados del siglo V a. C.), el trono todavía formaba parte del tesoro.
El rey Midas contrajo matrimonio con Demódice (o Hermódice, según otras versiones), hija del rey Agamenón de la ciudad eolia de Cumas (Kyme). Un más que probable matrimonio de estado mediante el cual consolidar las tendencias expansionistas del reino de Frigia hacia la costa occidental de Anatolia.
Respecto al resto de la biografía de Midas, sólo se conoce que el reino de Frigia se vio severamente afectado por la invasión de los cimerios, un pueblo nómada del sur de Rusia y que, ante esa situación, Midas prefirió darse muerte ingiriendo veneno.
Su tumba tal vez se halle cerca de Gordión, antigua capital del reino de Frigia, en el llamado túmulo de Midas. Un enterramiento en cuyo interior, ricamente ornamentado, los arqueólogos encontraron, en la década de 1950, un ataúd de madera y abundante ajuar funerario. Durante el proceso de estudio de las inscripciones descubiertas en dicho túmulo, se lee la palabra “Mida”, de ahí que se la conozca popularmente como la tumba de Midas.
La “Tumba de Midas”: un ancestral túmulo funerario cercano a Gordión, antigua capital del reino de Frigia, en cuyas inscripciones se ha podido leer la palabra “Mida”. (China Crisis/CC BY-SA 2.5)
El túmulo consta de una pared vertical de 17 metros de alto y 16 metros de ancho excavada en la roca, con elaborados dibujos geométricos tallados sobre la piedra. Probablemente fuese la fachada de un antiguo templo o monumento votivo consagrado a la diosa Cibeles.
Curiosamente, fue también en Gordión donde Alejandro Magno, al inicio de su ofensiva contra el Imperio Persa, se detuvo para cortar el célebre «nudo gordiano»: la atadura que, según la tradición, sujetaba el carro del rey Midas y que había permanecido como emblema del poder de aquel monarca guerrero, ambicioso y, según el mito, codicioso hasta el punto de desear convertir en oro todo lo que tocara.
Imagen de portada: Midas ante Baco, cuadro del clasicista francés Poussin (1594-1665), que representa el momento final del mito en el que Midas agradece a Dioniso que le haya liberado del don/maldición otorgado previamente. Palacio de Nymphenburg. Munich, Alemania. (Dominio Público)
Autor Mariló T. A.
Articulo actualizado el día 13 de Julio 2022.
Midas, el rico rey de Frigia. https://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/grandes_reportajes/7060/midas_rico_rey_frigia.html
El Rey Midas. https://www.ecosdelheroe.com/leyendas_reymidas.html
Midas. https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/midas/
Harrauer C. y Hunger H. Diccionario de mitología griega y romana. Herder, Barcelona, 2008.
Ovidio. Metamorfosis. Gredos, Barcelona, 2008.