No sabemos quiénes fueron los primeros que se enfrentaron al frío y a las oscuras aguas y aguantaron el aliento para explorar, recuperar valiosos tesoros o conseguir alimentos, pero son muchos los buceadores que, desde los albores de la humanidad, han estado extrayendo objetos sumergidos bajo las aguas.
Los antiguos habitantes de Mesopotamia ya se zambullían en busca de ostras y perlas hace 4.500 años. Los griegos, igualmente, comerciaban con perlas y esponjas de mar, y se dice que los chinos siguieron su ejemplo poco después.
En la antigüedad el único modo de explorar el misterioso mundo submarino era aguantar el aliento y zambullirse a pulmón libre. Sin embargo, el registro arqueológico y algunos antiguos objetos marinos descubiertos revelan que los buceadores de la antigüedad poseían unas aptitudes asombrosas gracias a las cuales eran capaces de descender hasta profundidades inimaginables, permaneciendo bajo el agua durante tiempos sorprendentes. Pero no menos cierto es el alto precio que pagaban por ello, ya que se enfrentaban al mortal síndrome de descompresión (conocido comúnmente como "enfermedad del buzo" o bends) y a los posibles ataques de bestias hambrientas o venenosas. Además, la vista podía resultar dañada por culpa de la presión, y perder el conocimiento debido a la falta de oxígeno, también podía llegar a ser fatal. Por otro lado, con la antigua práctica del buceo submarino, si se tenía la suerte de sobrevivir, se lograban grandes riquezas en forma de esponjas, conchas ornamentales, perlas, alimentos exóticos, extrañas criaturas, etc.
Pesca de Esponjas
La pesca de esponjas está considerada como la forma más antigua de buceo libre (nadar bajo el agua sin la ayuda de dispositivos mecánicos). Notables figuras históricas como Platón y Homero (año 1000 a. C.) ya nos indican que la esponja era utilizada para el baño en su época. Se cree que el antigua pesca comercial de esponjas comenzó en la Grecia Clásica, con la isla de Kalymnos como eje central de dicha actividad.
Los buceadores, habitualmente desnudos, cargaban a menudo con piedras o pesas llamadas skandalopetra, que llegaban a pesar hasta 15 kilos, a fin de descender más rápidamente. La skandalopetra se ataba al barco por medio de una larga cuerda. Tras tomar aliento y zambullirse en el agua cargados con la pesada piedra, los buceadores se sumergían velozmente hasta alcanzar profundidades de 30 metros, llegando a pasar hasta cinco minutos bajo el agua… ¡para recoger esponjas!
Alex Brylske relata en "Breve Historia del Buceo" que algunos de estos buceadores intentaban "aliviar de algún modo la creciente presión sobre los oídos, así que vertían aceite en sus canales auditivos y se bebían un trago antes del descenso. Una vez en el fondo, escupían el aceite y recolectaban tantas esponjas como su capacidad pulmonar les permitía para, a continuación, ser izados de nuevo a la superficie por medio de la cuerda. Ciertamente, una dolorosa y agotadora forma de ganarse la vida."
Un buceador a pulmón libre sumergiéndose en las profundidades. (Jayhem/CC BY 2.0)
Gracias a este método también se recogía Coral, pescado y conchas preciosas, y además se recuperaban objetos de valor pertenecientes a los navegantes o mercancías de los barcos hundidos.
Esponjas de mar recogidas por buceadores secándose al sol. (Psyberartist/CC BY 2.0)
Este modalidad de buceo, la skandalopetra, continúa practicándose en la actualidad como competición deportiva.
Perlas Preciosas
"La recolección de ostras perlíferas y marisco por medio del buceo ha sido una actividad común en todo el mundo. Desde las buceadoras Ama japonesas y coreanas hasta los Mayas centroamericanos, pasando por los indios Yahgan de la región del Cabo de Hornos, el buceo a pulmón libre cuenta con una larga y rica historia. Incluso Colón descubrió una próspera industria de buceo para la recolección de perlas en las costas de la actual Venezuela. Una cuestión muy interesante y común a todas estas culturas, es que los buceadores eran por lo general mujeres," escribe Brylske.
Las perlas preciosas eran recogidas del mismo modo que las esponjas, con la salvedad de que para conseguir una valiosa perla era necesario cosechar, literalmente, toneladas de ostras. De hecho, se sabe que para conseguir 3 o 4 perlas perfectas tenían que extraerse más de tres toneladas de ostras. Además, el buceador de perlas debía descender entre los 12 y los 40 metros para descubrir estos pequeños tesoros. Los buceadores, a menudo mujeres, utilizaban la grasa de sus cuerpos para conservar el calor, llenaban sus oídos de algodón engrasado y se empleaban pesas o piedras para descender. Las ostras eran recogidas en redes o cestas grandes. Con frecuencia las aguas estaban infestadas de tiburones.
Las tradicionales buceadoras de perlas japonesas eran conocidas como “Ama”, o “mujeres del mar”. Esta práctica, tal y como se cree, tiene más de 2000 años de antigüedad.
Recogiendo perlas, Bern Physiologus (manuscrito del siglo IX que describe el buceo para la recolección de perlas) (Public Domain)
Cañas y Vejigas de Cuero
Se dice que el escultor griego Scyllis, habría sido el primero en utilizar una caña como rudimentario tubo de respiración para ocultarse bajo el agua cuando cortó las amarras de los barcos enemigos persas en el año 500 aC.
Un antiguo relieve en piedra de Nimrud (norte de Irak), ahora alojado en el Museo británico y datado entre los años 883 a. C. y 859 a.C., representa a soldados enemigos cruzando un río a nado y empleando para ello pieles de animales hinchadas como dispositivos de flotación, con el objetivo de huir de los arqueros asirios apostados en la orilla .
Algunos investigadores defienden la teoría de que los nadadores del relieve utilizaron las vejigas llenas de aire como sacos para respirar, lo que les permitiría sumergirse y bucear bajo el agua durante cierto tiempo para poder así eludir a sus enemigos.
“Los enemigos huyen cruzando el río" relieve que representa a algunos hombres utilizando dispositivos de flotación para cruzar un río en el siglo IX a. C. (o quizás sumergiéndose y empleando vejigas llenas de aire para poder respirar bajo el agua). Cedida por: © Trustees of the British Museum
Las criaturas marinas a menudo tenían un significado profundamente simbólico y las aguas más profundas representaban al inframundo en numerosas tradiciones repartidas por todo el mundo.
Ofrendas Marinas
Las antiguas culturas desafiaban al peligro no solamente para poder alimentarse, sino también para ofrecer raros (y por tanto, poderosos) sacrificios y tributos a las deidades. Los arqueólogos apuntan al descubrimiento de cofres ocultos llenos de restos de criaturas marinas como prueba de la práctica del buceo en la antigüedad. En el año 2015 se hallaron ofrendas de origen submarino en la base de una inmensa estatua de la diosa Tlaltecuhtli en el Templo Mayor (1345 d. C.) de México. Restos de aproximadamente 4000 moluscos, identificados como pertenecientes a 111 especies diferentes, fueron descubiertos en dicho hallazgo, muchos de los cuales sólo pudieron conseguirse mediante el buceo a profundidades de hasta unos 15 metros.
Ofrenda de moluscos y otros presentes del Templo Mayor de México. Los antiguos buceadores debieron sumergirse hasta profundidades de unos 15 metros para hacerse con algunos de estos tesoros. Foto cedida por: INAH
Escafandras
Las escafandras pueden presumir de una larga historia marítima, siendo probablemente los equipos más antiguos empleados para la exploración y el trabajo submarinos. Tales artefactos fueron descritos ya por el filósofo griego Aristóteles en el siglo IV a. C. Su diseño estaba basado en el uso de recipientes metálicos bajo las aguas para proporcionar aire a los buscadores de esponjas. Se dice que Alejandro Magno, discípulo de Aristóteles utilizó una escafandra de cristal para descender hasta 25 metros de profundidad.
Pintura Islámica del siglo XVI en la que podemos ver a Alejandro Magno sumergiéndose en el interior de una campana de cristal. (Public Domain)
El visionario Leonardo da Vinci propuso en el siglo XVI aletas, tubos de respiración y un aparato que permitiría respirar bajo el agua para explorar los misterios de las profundidades. Su equipo submarino incluía púas de gran tamaño que servirían de protección contra los monstruos marinos.
Boceto de salvavidas realizado por Leonardo da Vinci (circa 1488–90). (Public Domain)
El italiano Guglielmo de Lorena está acreditado como el inventor de la primera escafandra en 1535. Consistía en un revolucionario mecanismo de suministro de aire que permitía al buzo permanecer bajo el agua durante horas con relativa seguridad. Poco a poco, los trajes de buzo, las modernas botellas de oxígeno y la comprensión científica de cómo afecta la presión al cuerpo humano cambiarían para siempre la práctica del buceo, permitiendo realizarlo a más profundidad y durante más tiempo.
En la actualidad el reino submarino aún está rebosante de misterios y oscuros secretos. Pese a nuestro desarrollo tecnológico, nuestros modernos equipos y los avances médicos, sólo podemos alcanzar todavía ciertas profundidades y solamente hemos investigado una mínima parte de dichas profundidades marinas. Los conocimientos que realmente poseemos sobre los misterios y riquezas que yacen en el fondo de nuestros mares nos han sido legados, directamente, de aquellas valientes incursiones iniciales realizadas por nuestros ancestros.
Fotografía de portada: La Ruins Lagoon del hotel Royal Towers en las Bahamas, donde habitan más de 20.000 peces pelágicos y de arrecifes profundos.
Autor: Liz Leafloor
Traducción: Mariló T. A.
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuentes
Brylske, Alex, 2012. “A Brief History of Diving: Free Divers, Bells and Helmets Part I.” Dive Training [Online] Disponible en: https://www.dtmag.com/Stories/Dive_History/12-02-2feature.htm
Allène, Simone, 2015. “The ancient ways of breathing underwater”. The Phuket News [Online] Disponible aquí.
Eliav, Joseph, 2015.” Guglielmo’s Secret: The Enigma of the First Diving Bell Used in Underwater Archaeology” International Journal for the History of Engineering & Technology. 01/2015; 85(1):60-69. DOI: 10.1179/1758120614Z.00000000060:
Hendrikse, Sandra and Merks,André, 2009. Diving the Skafandro suit . Diving Heritage. Online] Disponible en: https://www.divingheritage.com/greecekern2.htm
J.E. Curtis and J.E. Reade (eds), Art and empire: treasures from (London, The British Museum Press, 1995)