En una era carente de Internet y teléfono, los antiguos incas, que reinaron entre los siglos XV y XVI, recurrieron a los corredores chasquis para proporcionarles comunicación directa. Operando en el corazón de los Andes, estos hábiles mensajeros transmitieron mensajes rápidamente, mostrando una notable eficiencia al navegar por el desafiante terreno.
El término Chasqui se traduce como "recepción" o "el que intercambia" en quechua. Estos hábiles individuos fueron la columna vertebral del sistema de comunicación inca, cubriendo grandes distancias para entregar mensajes importantes entre los confines del imperio, también conocido como Tahuantinsuyo, que alguna vez abarcó un enorme territorio que se extendía desde la actual Colombia en el norte hasta Chile en el sur.
El Imperio Inca estaba unido por una vasta red de carreteras que se extendía por más de 40.000 kilómetros (25.000 millas). Conocidos como Qhapac Ñan, estos caminos fueron una notable hazaña de ingeniería, diseñados para conectar y sostener la civilización inca en expansión, fundamental para transportar alimentos, movilizar al ejército y proporcionar comunicaciones muy necesarias.
Los cronistas españoles contemporáneos describieron vívidamente a los corredores chasquis. Según estos registros, los corredores chasquis eran elegidos desde pequeños y se sometían a rigurosos entrenamientos, que incluían carreras a gran altura, la importancia del secreto y el dominio del arte de la memoria y la transmisión de mensajes.
Los correcaminos chasqui se utilizaban para transmitir mensajes oficiales a lo largo de la vasta red de caminos incas. (daniiD / Adobe Stock)
Encargados de entregar mensajes hacia y desde el emperador inca, así como noticias de reinos lejanos, los chasquis eran capaces de cubrir distancias asombrosas mediante un esfuerzo coordinado. Los corredores corrían unos 2,5 kilómetros (1,6 millas) hasta llegar a la siguiente estación de relevo, llamada chaskiwasi.
La velocidad y eficiencia de este servicio de 24 horas permitió a los gobernantes incas mantenerse bien informados sobre su vasto imperio, lo que permitió una rápida toma de decisiones y respuestas estratégicas. Se cree que 25 corredores podrían recorrer 240 kilómetros (150 millas) en un día. Según este cálculo, podrían cubrir la distancia de Quito a Cuzco en aproximadamente una semana.
Los historiadores afirman que los correcaminos chasqui entregaban mensajes oficiales de dos maneras; ya sea verbalmente o transportando quipus, un dispositivo de registro hecho de cuerdas anudadas. Llevaban una trompeta de caracola conocida como pututu, que sonaba para alertar al siguiente corredor de que se acercaban. Los chasquis supuestamente llevaban plumas blancas en la cabeza para que el siguiente corredor pudiera verlos fácilmente.
Los corredores chasquis son un testimonio del ingenio del Imperio Inca para superar los desafíos geográficos. Su capacidad para transmitir mensajes a velocidades extraordinarias no sólo facilitó una comunicación eficaz sino que también desempeñó un papel crucial en la administración y la cohesión del imperio. Al explorar el mundo de los Chasqui, descubrimos un capítulo fascinante en la antigua historia andina, donde los rápidos pasos de los mensajeros conectaron los extensos territorios del Imperio Inca.
Imagen de portada: Un correcaminos chasqui tocando su pututu. Fuente: Dominio público
Autor Cecilia Bogaard