Los Guerreros Águila, o Caballeros Águila, como se les conoce en ocasiones, eran un cuerpo de infantería de élite que formaba parte del ejército del Imperio Azteca. Los integrantes de esta sociedad guerrera eran miembros de la nobleza o individuos del pueblo llano que se hubieran distinguido por su arrojo en el campo de batalla.
En lengua azteca/náhuatl los Guerreros Águila eran conocidos como cuāuhtli. Junto a los guerreros aztecas jaguar, conocidos como ocēlōtl, las dos sociedades guerreras eran conocidas colectivamente como los cuauhtlocelotl (que significa ‘guerreros águila-jaguar’). Los guerreros águila y jaguar constituían numéricamente la mayor sociedad guerrera de élite del ejército azteca.
En la mitología azteca, el águila estaba considerada un símbolo del sol, de ahí que los Guerreros Águila fueran también conocidos como los ‘Guerreros del Sol’. Los miembros de esta sociedad guerrera se vestían como águilas, adornándose con plumas de águila y utilizando cascos con forma de cabeza de águila. La abertura de estos cascos a través de la cual miraba el guerrero era el pico abierto del águila. Se pueden observar imágenes de Guerreros Águila en diversas piezas arqueológicas y obras de arte, destacando entre ellas las estatuas labradas por los aztecas y los dibujos hallados en códices realizados por los españoles.
Todo varón adulto azteca debía someterse a un adiestramiento militar básico. El progreso de cada estudiante se ponía a prueba constantemente en los diferentes templos, y aquellos que demostraban un talento excepcional eran preseleccionados para recibir un entrenamiento avanzado que les convertiría en Guerreros Águila. La mayor parte de los muchachos escogidos para formar parte de esta sociedad guerrera procedían de la nobleza, aunque también eran seleccionados algunos individuos del pueblo llano que hubieran demostrado un talento excepcional.
Entrada a la cámara interior del Templo de los Guerreros Águila, Malinalco (México). (CC BY SA 3.0)
El entrenamiento por sí solo no bastaba para convertir a un soldado azteca en un auténtico Guerrero Águila. Para engrosar las filas de los Guerreros Águila, los aspirantes debían demostrar su valía en el campo de batalla. En el caso de los aztecas, esto implicaba la captura de guerreros enemigos como prisioneros para que sirvieran de víctimas en sacrificios humanos.
Según una antigua crónica, un azteca debía capturar cuatro enemigos antes de convertirse en un guerrero águila. En otra se afirma que debían hacer 12 o más prisioneros, con la condición añadida de que tenían que capturarlos en dos batallas consecutivas. Hay incluso una tercera fuente histórica en la que se indica que el número de enemigos que debía apresar un guerrero azteca para convertirse en guerrero águila era de veinte.
Para conseguir llevar a cabo su misión de capturar enemigos vivos, los guerreros aztecas estaban equipados principalmente con armas diseñadas para dejar sin sentido a sus oponentes sin matarlos, y los Guerreros Águila no eran una excepción. El arsenal de los Guerreros Águila incluía arcos, lanzas, dagas, hondas, atlatles (propulsores para lanzas) y macuahuitles (armas que constaban de una pieza de madera con hojas de obsidiana incrustadas). Para su protección, los Guerreros Águila iban equipados con una armadura acolchada de algodón y empuñaban un escudo redondo de brillantes colores y adornado con plumas y tiras de cuero, además de utilizar cascos con forma de cabeza de águila.
En su vida cotidiana, los Guerreros Águila gozaban de alta estima en la sociedad azteca. Por ejemplo, entre otras cosas, los miembros de esta sociedad guerrera tenían el privilegio de lucir ricas joyas y finas vestiduras en público, se les permitía llevar puestas sandalias y prendas de algodón en los palacios reales y se les otorgaba el derecho de disponer de concubinas.
Por otro lado, también se concedían tierras a los Guerreros Águila. Estas tierras estaban libres de impuestos, y cualquier fruto o beneficio que obtuvieran de ellas sus propietarios les pertenecían íntegramente. No solo eso, sino que la concesión era vitalicia, y el Guerrero Águila podía transmitirla a sus herederos. Aunque considerados guerreros profesionales a tiempo completo, se permitía a los Guerreros Águila participar en la política.
Estatua de un guerrero águila hallada en el transcurso de las excavaciones del Templo Mayor de Tenochtitlán. (CC BY SA 2.0)
Finalmente, cabe destacar que aunque los Guerreros Águila pertenecían a una sociedad guerrera de alto rango del ejército azteca, no ocupaban exactamente la cúspide de la pirámide jerárquica militar. Había otras dos sociedades guerreras aún más prestigiosas que los Guerreros Águila. Naturalmente para aspirar a formar parte de estos cuerpos de élite se requería demostrar aún más valor en la batalla que en el caso de los Guerreros Águila. Estas dos sociedades guerreras eran los otontin (otomíes) y los cuachicqueh (‘los rapados’).
Imagen de portada: Guerrero águila (izquierda) empuñando un macuahuitl (maza de madera con hojas de obsidiana incrustadas). ‘Historia general de las cosas de Nueva España’ (Códice Florentino). (Public Domain)
Autor Wu Mingren
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