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Ancient Origins España y Latinoamérica

Burdeles romanos, los controvertidos centros sociales antiguos

La antigua Roma tenía una sociedad muy vibrante y compleja, donde la prostitución desempeñaba un papel importante. Era legal, tenía licencia y era muy común. De hecho, los burdeles ocupaban una posición única y controvertida en la sociedad romana. Estos establecimientos, conocidos como "lupanaria", eran parte integral de la vida urbana romana y satisfacían los variados deseos de ciudadanos, soldados y viajeros por igual. Los burdeles de la antigua Roma, que operaban bajo la atenta mirada de la condena moral y la aceptación social, eran centros tanto de placer como de comercio, y ofrecían una visión de las complejidades de las actitudes romanas hacia la sexualidad, la clase y el poder.

Los burdeles romanos eran una parte integral de la sociedad

Los burdeles en la antigua Roma no eran operaciones clandestinas y tabú escondidas en callejones oscuros, sino que a menudo eran establecimientos prominentes y elogiados, estratégicamente ubicados en los bulliciosos centros de las ciudades. Estas lupanaria eran fácilmente reconocibles por su señalización distintiva y eran frecuentadas por personas de todos los ámbitos de la vida. El poeta romano Marcial los describió como "abiertos a todos los vientos", destacando su accesibilidad y falta de discriminación. Paseando por las calles de cualquier gran ciudad romana, no podía faltar un prostíbulo. En el pavimento estaban grabados grandes falos que conducían a los peatones hacia un burdel.

Tallado en forma fálica en la carretera de Pompeya, Italia, señalando el camino hacia el burdel. (Isabel/Adobe Stock)

Uno de los aspectos más destacables de los burdeles romanos fue su estatus legal. Si bien la prostitución en sí no era ilegal en la antigua Roma, las regulaciones y restricciones regían el funcionamiento de los burdeles. Los propietarios de burdeles, conocidos como "lenones", debían registrar sus establecimientos ante las autoridades y cumplir con ciertas normas, como mantener normas de higiene y pagar impuestos. Este marco legal proporcionó cierto grado de protección tanto a los trabajadores como a los clientes de estos establecimientos, aunque también los sometió al escrutinio y vigilancia por parte de las autoridades.

El burdel romano Lupanare en Pompeya. (General Cucombre / CC BY 2.0)

Una necesidad para muchos romanos

La clientela de los burdeles romanos era muy diversa, lo que reflejaba el carácter cosmopolita de la ciudad. Desde aristócratas ricos hasta trabajadores comunes, se podía encontrar gente de todas las clases sociales buscando los servicios de prostitutas. Para muchos romanos, visitar un burdel se consideraba una parte normal e incluso esencial de la vida urbana. La disponibilidad de servicios sexuales proporcionó una salida tanto para los deseos físicos como para las interacciones sociales, fomentando un sentido de comunidad dentro de estos establecimientos.

Dentro de los muros de un burdel romano, prosperaba un ecosistema complejo, gobernado por su propio conjunto de reglas y jerarquías. Las prostitutas, conocidas como "mertrices", ocupaban un papel central en esta jerarquía, y las personas experimentadas y capacitadas obtenían honorarios y prestigio más altos. Estas mujeres procedían de diversos orígenes, desde esclavas y libertas hasta empresarias independientes. A pesar del estigma social asociado a su profesión, algunas prostitutas lograron acumular riqueza e influencia significativas, desafiando las nociones tradicionales de género y clase. Muchos, sin embargo, vivían en la pobreza y sufrían abusos, y a menudo estaban a merced de los proxenetas que se quedaban con la mayor parte de sus ganancias.

Las operaciones diarias de un burdel romano estaban meticulosamente organizadas, y los leones supervisaban la gestión del establecimiento y garantizaban el buen funcionamiento de sus servicios. Las prostitutas a menudo se dividían en categorías según la edad, la apariencia y la especialización, lo que permitía a los clientes elegir según sus preferencias. Las habitaciones dentro del burdel estaban amuebladas para brindar comodidad y privacidad, proporcionando un ambiente discreto para que se llevaran a cabo las transacciones. Frescos eróticos adornaban las paredes de los burdeles, mostrando las relaciones sexuales en diversas posiciones e inspirando a los clientes.

Escena erótica en un fresco romano, Pompeya. (Dominio público)

Más allá de meras transacciones, los burdeles romanos también servían como espacios de socialización y entretenimiento. Muchos establecimientos ofrecían servicios como comida, bebida y música, creando una atmósfera agradable para el disfrute de los clientes. Y además del arte erótico y la decoración que adornaban las paredes, también se inscribieron muchos graffitis, mejorando aún más la experiencia sensorial de los visitantes, sirviendo a menudo como “reseñas” de la calidad del burdel. En algunos casos, los burdeles incluso albergaban actuaciones y espectáculos, desdibujando la línea entre comercio y entretenimiento.

Graffiti dentro del Lupanare. (Dominio público)

¿Una línea divisoria entre barbarie y civilización?

A pesar de su ubicuidad y significado cultural, los burdeles romanos no eran inmunes a la crítica y la condena moral. Filósofos como Séneca y Catón el Viejo denunciaron la decadencia moral que creían asociada con la prostitución, considerándola un síntoma del deterioro social. Las autoridades religiosas también expresaron su desaprobación por la práctica, condenándola como pecaminosa e inmoral. Sin embargo, la demanda de servicios sexuales persistió, lo que subraya la compleja interacción entre el deseo humano y las normas sociales en la Antigua Roma.

Sin embargo, es innegable que los burdeles en la Antigua Roma desempeñaban un papel complejo y multifacético dentro de la sociedad, sirviendo como lugares de comercio sexual y expresión cultural. Estos establecimientos reflejaban la diversidad y las contradicciones inherentes a la vida romana, ofreciendo una ventana a las complejidades de las actitudes antiguas hacia la sexualidad, la clase y el poder. A pesar de enfrentar censura moral y restricciones legales, los burdeles prosperaron como centros vitales de la vida urbana, atendiendo a los variados deseos de una población cosmopolita. Su legado perdura como testimonio de la perdurable fascinación humana por el placer y la intimidad a través de los tiempos.

Imagen de portada: Escena de sexo en un antiguo fresco de Pompeya en la Casa delle Lupanare. Fuente: BlackMac/Adobe Stock

Autor Aleksa Vučković

Referencias

Balsdon, J. P. V. D. 1963. Roman Women, Their History and Habits. J. Day.

McGinn, T. A. J. 1998. Prostitution, Sexuality, and the Law in Ancient Rome. Oxford University Press.

McGinn, T. A. J. 2004. The economy of prostitution in the Roman world: a study of social history & the brothel. University of Michigan Press.