María Tudor, María I, apodada por sus enemigos “la sanguinaria”, Reina de Inglaterra e Irlanda, fue la tercera mujer que ocupó el trono de Inglaterra. Recordada por intentar contrarrestar las reformas religiosas introducidas por su padre, el célebre Enrique VIII y por someter a Inglaterra de nuevo a la autoridad del Papa, esta mujer disfrutó de una vida tan apasionante como atormentada, tan rica como triste, tan trepidante como enfermiza. Hoy intentaremos bucear un poco más en la intrahistoria de la que es conocida en Inglaterra como Bloody Mary, la “sanguinaria reina María”.
Infancia y Juventud
María I de Inglaterra nació en el Palacio de Placentia, en Greenwich, Londres, el 18 de febrero del año 1516. Sus abuelos maternos eran los Reyes Católicos, puesto que María era hija del famosísimo Enrique VIII y Catalina de Aragón. María fue la única de sus vástagos que superó la infancia: su madre sufrió varios abortos, otra niña nació muerta y tres varones fallecieron al poco de haber sido traídos al mundo.
Al nacer, sus padres vivían en perfecta armonía, siendo bautizada como María en honor a la hermana menor de Enrique VIII. María fue una niña enfermiza, aquejada de claros problemas de visión y fuertes dolores de cabeza. Pero, pese a su delicada salud, fue una niña precoz.
María fue la única hija de Enrique VIII (Wikimedia Commons) y Catalina de Aragón (Wikimedia Commons), quien era hija a su vez de los Reyes Católicos.
Fue su madre la que se preocupó –y hasta se ocupó- de que la pálida niña de ojos azules, pelo rojizo-dorado y mejillas rubicundas como su padre, recibiese la más esmerada educación católica. Para ello contrató al gran erudito Juan Luis Vives. Junto a él, María estudiaba griego, ciencias y música: con poco más de cinco años entretenía a las visitas tocando el virginal.
El rey la adoraba y alardeaba frente a sus amistades de su buen comportamiento, pese a la gran decepción que sentía por no tener ningún hijo varón. Así, cuando cumplió nueve años, Enrique VIII le donó su propia corte en el Castillo de Ludlow, junto con varias prerrogativas reales. Un año después fue enviada a Gales para presidir el Consejo de Gales y las Marcas. Durante la infancia de su hija, Enrique VIII negoció posibles matrimonios para ella, pero todos se vieron truncados por diversas causas.
Angustiado por no tener ningún heredero varón, Enrique VIII empezó a distanciarse de su esposa, y tras diversos amoríos y el nacimiento de un hijo ilegítimo, tenido con su amante Elizabeth Blount, se enamoró perdidamente de Ana Bolena. Corría el año 1526 y empezaban malos tiempos para Catalina y su hija María, por aquel entonces Princesa de Gales.
Fachada del Castillo de Ludlow que Enrique VIII regaló a María por su noveno cumpleaños. (Wikimedia Commons)
Enrique VIII inició una campaña de desprestigio contra su esposa intentando encontrar una razón de peso que justificara la nulidad matrimonial para poder casarse con Ana e intentar tener el ansiado heredero varón. Pero ni Catalina ni la curia de Roma, demasiado cercana al poderoso emperador Carlos V, sobrino de Catalina, le pusieron las cosas fáciles a Enrique. Enrique VIII intentó anularlo alegando consaguinidad, ya que Catalina se casó con él siendo la viuda de su fallecido hermano Arturo, pero el Papa Clemente VII rechazó su petición.
En 1533 las felices infancia y adolescencia de María acabaron bruscamente, dando su vida un giro atroz cuando Enrique VIII se casó en secreto con Ana Bolena, siendo más tarde invalidada dicha unión por el Papa. Como respuesta a esta invalidación, el rey rompió relaciones con la Iglesia Católica y se autoproclamó cabeza de la Iglesia Anglicana. A consecuencia de ello Catalina de Aragón perdió su título de reina, aunque mantuvo el de Princesa viuda de Gales, otorgado por su primer matrimonio con el difunto Arturo Tudor, hermano mayor de Enrique VIII.
La joven María fue declarada hija ilegítima, pasando a recibir el trato de Lady Mary y siendo apartada de la línea de sucesión. Su puesto lo ocupó su hermana Isabel: hija de su padre y Ana Bolena. María fue expulsada de la Corte junto con sus sirvientes, y no se le permitió volver a ver a su madre jamás. Ni siquiera pudo asistir a su funeral en 1536.
Retrato del Papa Clemente, quien se negó a anular el matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón, lo que motivó que el rey inglés se desligara de la Iglesia Católica y se autoproclamara cabeza de la Iglesia Anglicana. Óleo sobre lienzo de Sebastiano del Piombo. Museo Nacional de Capodimonte. (Wikimedia Commons)
Muerte de Enrique VIII y reinado de Eduardo VI
Lady Mary, como entonces se la llamaba en la Corte, pasó a formar parte del séquito de damas de compañía de la pequeña Isabel, pero los días de gloria de Ana Bolena también serían breves puesto que tampoco pudo darle a Enrique el ansiado varón y el 19 de mayo de 1536 fue decapitada, acusada de adulterio. Isabel siguió el mismo camino que años antes se vio obligada a recorrer María, siendo despojada de todos sus bienes y derechos reales y pasando a convertirse en una simple Lady más.
Enrique VIII volvió a casarse. En esta ocasión lo haría con Jane Seymour, quien falleció tras alumbrar al deseado heredero varón el 12 de octubre de 1537. María fue la madrina de su nuevo hermano Eduardo, y también presidió el duelo en el funeral de Jane. En consideración a este gesto, su padre le permitió residir en el Palacio de Beaulieu.
Pasado el tiempo -y varias mujeres más-, Enrique VIII se casó nuevamente en 1543 con Catalina Parr, que sería su sexta y última esposa y que conseguiría unir a toda la familia. Tanto fue así que un año después de su matrimonio, el rey firmaba el Acta de Sucesión según la cual tanto María como Isabel volvían a incluirse en la línea de sucesión al trono, justo por detrás de Eduardo.
Vista general del Palacio de Beaulieu, tal y como era en la época en la que María residió en él. (Wikimedia Commons)
Enrique VIII murió en 1547, sucediéndole su hijo Eduardo VI, pero como éste sólo tenía 10 años por aquel entonces, la regencia pasó a un consejo dominado por protestantes ansiosos por implantar su fe en Inglaterra. Por su parte, el nuevo “niño-rey” pronto dio muestras de una salud muy precaria.
Como el consejo regente, infestado de protestantes, no quería que María heredara la corona ante el temor de que reimplantase el catolicismo, John Dudley, Duque de Northumberland, persuadió al jovencísimo Eduardo, para que excluyera a María e Isabel de la línea sucesoria. Dudley consiguió así colocar a su nuera como heredera del rey: Lady Jane Grey, prima de Eduardo, estaba casada con su hijo Guilford, al que el Duque ya veía como nuevo rey de Inglaterra.
Eduardo VI murió el 6 de julio de 1553, al parecer de tuberculosis, cuando contaba sólo 15 años de edad, siendo enterrado en la Abadía de Westminster. Su muerte se mantuvo en secreto durante unos días para poder preparar la coronación de la futura reina, elegida por una camarilla de conspiradores y regentes, Jane Gray.
Eduardo VI de Inglaterra, el ansiado heredero que tanto deseó su padre Enrique VIII, murió con sólo 15 años de edad. Óleo de William Scrots. (Wikimedia Commons)
María, Reina de Inglaterra
El 10 de julio de 1553, fue coronada reina de Inglaterra Jane Gray, jurándole fidelidad las autoridades del reino. Pero lo que su padre John Dudley no había calibrado lo suficiente fue el gran poder de atracción popular que arrastraría en un primer momento la princesa María, heredera legítima según el Acta de Sucesión de 1544 redactada y firmada por Enrique VIII.
El pueblo no se mostraba muy satisfecho con su nueva reina y el 19 de julio, María I de Inglaterra entró triunfalmente en Londres. Juana se vio obligada a renunciar a la corona al considerarse que su elección por parte del fallecido rey Eduardo VI había sido fruto de una coacción.
María ordenó liberar a los católicos Thomas Howard, III duque de Norfolk y Stephen Gardiner a quien nombró obispo de Winchester y Lord Canciller. Sólo podía confiar en ellos, ya que el resto de consejeros privados estaba implicado en la conjura para coronar a Lady Jane. A continuación mandó encarcelar a los traidores en la Torre de Londres, donde poco después serían ejecutados. Lady Jane y John Dudley se contaban entre ellos.
Gardiner proclamó reina de manera formal y oficial a María el 1 de octubre del año 1553.
María I de Inglaterra hace su entrada en Londres para tomar posesión del trono en 1553, acompañada de su hermana Isabel, vestida de rojo por detrás de ella. Óleo sobre lienzo de Bryam Shaw, Palacio de Westminster. (Wikimedia Commons)
Imagen de portada: Retrato de la princesa María Tudor, futura María I de Inglaterra. Óleo de Master John, 1544. (Wikimedia Commons)
Autor: Mariló T.A.
Leer 2ª Parte: María la Sanguinaria, Reina de Inglaterra: Matrimonio, Reinado y Muerte
Fuentes:
Llanos y Torriglia, F. de: María I de Inglaterra, ¿la sanguinaria?, Reina de España. Madrid. Espasa Calpe. 1946.
Mattingly, G: Catalina de Aragón. Madrid. Palabra. 1998.
Nadal, S.: Las cuatro mujeres de Felipe II. Barcelona. Juventud. 1971.
Reina María Tudor de Inglaterra. Biografía. Sangrienta vida. https://historiaybiografias.com/seres_crueles1/
Ferrer, Sandra: - La reina sanguinaria María Tudor. https://www.mujeresenlahistoria.com/2013/07/la-reina-sanguinaria-maria-tudor-1516.html
Gómez Álvarez: María I Tudor, Reina de Inglaterra https://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=maria-i-tudor-reina-de-inglaterra