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Ancient Origins España y Latinoamérica

La verdad sobre los Anunnaki: Los mitos de los Nefilim y los gigantes en la historia de la humanidad – Parte II

Resulta esencial en la Teoría de los antiguos astronautas y la narrativa del autor Zecharia Sitchin un grupo de seres míticos conocidos como los Anunnaki, quienes según Sitchin cruzaron su propio ADN con el del Homo erectus para crear a la humanidad —con la intención de utilizar a los seres humanos como esclavos a para extraer oro y otros minerales de las minas. Hoy en día, estos Anunnaki son considerados a menudo el equivalente del Dios creador del Antiguo Testamento.

Pero, ¿qué dicen realmente los textos cuneiformes sobre los Anunnaki y otros seres míticos? ¿Cómo encaja la versión de estos seres y sus actividades presentada en los medios partidarios de la ‘Teoría de los antiguos astronautas’ con su representación real en el mundo antiguo?

Representación babilónica del dios nacional Marduk, concebido como miembro destacado de los Anunnaki (Dominio público)

[Leer la 1ª parte de este artículo]

El monte Hermón se encuentra en el extremo sur de la cordillera montañosa del AntiLíbano, a caballo sobre la frontera entre Siria y el Líbano. El pico más alto del Hermón alcanza los 9.232 pies (2.814 metros). Gilgamesh fue famoso en el mundo antiguo por haber obtenido su conocimiento del mundo antediluviano, según la Epopeya de Gilgamesh de Ugarit (líneas 5-9):

“En todas partes exploró los centros del poder, conocía la totalidad de la sabiduría sobre todas las cosas. Él, que recorrió el camino distante hasta Utter-napisti, que cruzó el océano, el ancho mar, hasta alcanzar el amanecer: recuperó el conocimiento de la era antediluviana.”

Estos pasajes cierran el círculo con la interpretación de Pipinski de la versión en antiguo babilonio de la Epopeya de Gilgamesh, donde el antiguo rey viajó al monte Hermón —morada de los Anunnaki.

Gilgamesh el gigante

El concepto del antiguo conocimiento del mundo antediluviano es de hecho inherente a muchas tradiciones orientales. Por ejemplo, hay un relato similar en el apócrifo Libro de los Jubileos sobre Kainam, hijo del Arfaxad bíblico:

El niño creció, su padre le enseñó la escritura, y fue a buscarse lugar donde hacerse una ciudad. Halló antiguas escrituras grabadas en la roca, cuyo contenido leyó y tradujo, y con ellas se extravió, porque allí estaban las enseñanzas de los Vigilantes, en las que explicaban la adivinación por el sol, la luna y las estrellas de todas las constelaciones del cielo. Y lo escribió, pero no habló de ello, pues temía mencionarlo a Noé, no se enojara con él por este motivo. (Jubileos 8,2-4)”

Curiosamente, hay varias fuentes antiguas que sugieren que el propio Gilgamesh era un semidiós, un ser semi-divino de estatura gigantesca. Según la Lista de los reyes sumerios, Gilgamesh fue el 5 º rey de Uruk, reinando en algún período comprendido entre los años 2800 a. C. y 2600 a. C. Si bien hay tradiciones que consideran que el padre de Gilgamesh era el rey Lugalbanda, la Lista de los reyes sumerios afirma que su verdadero padre fue un “espíritu-lillu, un sumo sacerdote de Kulaba”, y el héroe es descrito en la saga como “dos tercios divino”.

Estatua de Gilgamesh (Gwil5083/CC BY-SA 4.0)

Se cree que Gilgamesh habría alcanzado la victoria sobre los reyes de Kish, centralizando el poder de Uruk, y cuenta la tradición que expandió la ciudad de Uruk, incluidos el recinto y los muros de su templo. En varios fragmentos de una copia del siglo XX a. C. de la Epopeya de Gilgamesh descubierta en la antigua Ugarit, Gilgamesh es descrito como sigue: “Superior a todos los (demás) reyes (!), famoso por su estatura corporal” (línea 16) y también como “Gilgamesh, famoso por su estatura corporal, héroe nacido en Uruk, toro salvaje que arrasa” (líneas 18-19). Las líneas 34-36 del Gilgamesh de Ugarit ofrecen detalles específicos sobre la talla de Gilgamesh: “once codos era su altura, cuatro codos la anchura de su pecho. Un triple codo eran sus pies, y sus piernas de la longitud de una vara”. Según estas medidas, Gilgamesh habría alcanzado entre 16 y 18 pies (4,8 a 5,4 metros) de altura. En cuanto al hecho de que Gilgamesh fuese un gigante, el fragmentario Libro de los Gigantes de los manuscritos del Mar Muerto menciona los nombres de varios gigantes Nephilim, entre ellos Ohya, Mahway, Hahya, y Gilgamesh.

Gilgamesh, el rey héroe de la ciudad de Uruk, luchando contra el ‘Toro celestial’ (0045269/CC BY-SA 4.0)

Los gigantes reinan en el monte Hermón

Volviendo al tema del monte Hermón, Gilgamesh no es el único antiguo gigante directamente asociado con este lugar sagrado. Varios libros del Antiguo Testamento (Números, Deuteronomio y Libro de Josué) dan testimonio de la batalla de Moisés y los israelitas contra Og, rey amorreo de Basán. En Deuteronomio 3,11, Og es descrito como “último superviviente de los refaítas (gigantes)”, y su cama (o sarcófago) habría medido unos nueve codos de largo por cuatro de ancho, lo que significa que Og alcanzaría los 12 ó 13 pies (aproximadamente cuatro metros) de altura.

En Josué 12,5 se revela que Og “dominaba en la montaña de Hermón y Salká, y todo el Basán […]”, una región que incluye las laderas del monte Hermón y los altos del Golán.

Entidades del inframundo

Otro factor que conecta a los Anunnaki con la historia de los Vigilantes y su descendencia es su condición de seres del inframundo. En los ciclos mesopotámicos, los Anunnaki son descritos con frecuencia como “hados” o jueces de los muertos, habitando el reino subterráneo y desempeñando su función como “espíritus de la tierra”. En tablillas descubiertas en Nippur datadas en torno al 2000 a. C., los Anunnaki son “los siete jueces”, entidades del inframundo que acompañan a Ereshkigal, diosa del reino subterráneo. Cuando Ishtar desciende y es presentada ante la asamblea, ellos fijan sus “ojos de muerte” sobre ella, haciendo que perezca.

Estatuilla de Hécate de principios del siglo XIX, diosa con quien se sincretizó Ereshkigal. (Dominio público)

Arrojados al infierno

La morada de la montaña del dios cananeo El también es con frecuencia asociada con manantiales naturales y ríos subterráneos secretos u ocultos. Pipinski asocia estas connotaciones con las fuentes del río Jordán, una de las cuales es el manantial de Banias, que nace a los pies del monte Hermón. Explica además que se creía antiguamente que la montaña cubría “uno de los canales de las profundidades o del océano desde los cuales llegaron las aguas del Diluvio... una erupción del océano subterráneo sobre el que se creía que descansaba la tierra.”

En el Libro de Enoc, Dios ordena al arcángel Miguel: “ve y anuncia a Shemihaza y a todos sus cómplices que se unieron con mujeres y se contaminaron con ellas en su impureza, […] Encadénalos durante setenta generaciones en los valles de la tierra […]” (Libro de Enoc, 10,11-12), mientras que a Rafael le manda: “Encadena a 'Asa'el de pies y manos, arrójalo en las tinieblas, abre el desierto que está en Dudael y arrójalo en él.” (Libro de Enoc 10,4)

Antiguo relieve hitita de Yazılıkaya, santuario de Hattusa. En él podemos observar a los doce dioses del inframundo, a quienes los hititas identificaban como los Anunnaki mesopotámicos. (Klaus-Peter Simon/CC BY 3.0)

Hay también referencias al destino de los Vigilantes en los libros del Nuevo Testamento, entre ellos la Segunda epístola de Pedro, en la que podemos leer: “[…] Dios no perdonó a los Ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser custodiados hasta el Juicio;” (II Pedro, 2,4). La palabra de origen griego Tártaro, que aparece en este versículo, hace referencia al infierno más profundo de la mitología griega —la prisión de los Titanes.

No sólo eran gigantes los Titanes, sino que además, al igual que los Anunnaki, eran la descendencia de una diosa de la Tierra (Gaia) y una deidad del cielo (Urano). Algunos estudiosos consideran probable que el mito griego estuviera basado ampliamente en las antiguas mitologías orientales. El mismo concepto se repite de nuevo en la Epístola de Judas, versículo 6, que menciona: “[…] los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas […]." 

Uno de los gigantescos Titanes, Atlas, quien fue castigado a sostener los cielos sobre sus hombros por toda la eternidad. (Dominio público)

La verdadera identidad de los Anunnaki

Es sobradamente conocido que los ciclos mitológicos arquetípicos de las tradiciones mesopotámica y del Próximo Oriente tienen un origen común, y que los temas de estos ciclos también aparecen en textos bíblicos, extra-bíblicos e incluso coránicos. El propósito de este artículo es identificar el concepto mítico específico presente en los Anunnaki en el mundo antiguo.

Contrariamente a lo que se dice en gran parte de la literatura popular y otros medios de comunicación de hoy en día, la evidencia hallada por la investigación académica de expertos y un estudio comparativo de la escritura cuneiforme real y otros antiguos textos indica que la verdadera identidad de los Anunnaki se encuentra en la tradición oriental de un grupo de semi-dioses, nacido del mestizaje entre seres divinos y mujeres mortales que se produjo en el monte Hermón, situado en la cordillera del Antilíbano. Estos seres se asocian a menudo con el conocimiento del mundo anterior a un gran diluvio, y más tarde se les atribuyen funciones diversas en el inframundo. Este hecho sugiere que, en lugar de hacer de los Anunnaki el equivalente de los “Elohim” que crean al hombre en el libro del Génesis, más bien deben ser comparados con los Nefilim y los ángeles caídos descritos en el capítulo 6 del Génesis, el Libro de Enoc y otros textos extra-bíblicos.

Imagen de portada: Universo ordenado y texto cuneiforme (Dominio público). Estatua de Gilgamesh. (CC BY 2.0)

Artículo actualizado el día 8 de octubre 2022.

Autor: Jason Jarrell y Sarah Farmer

Referencias

David Leeming, The Oxford Companion to World Mythology, Oxford University Press, Oxford, N.Y., 2005.

William Klauser, The Esoteric Codex: Deities of the Underworld, lulu.com, 2015.

Compare Jude 1: 14-15 (KJV) with 1 Enoch 1:9.

Edward Pipinski, “El’s Abobe: Mythological Traditions Related to Mount Hermon and to the Mountains of Armenia”, in Orientalia Lovaniensa Periodica 2, Leuvan, 1971, pp. 13-69.

Maureen Gallery Kovacs “Introduction”, The Epic of Gilgamesh, Stanford University Press, California, 1989.

Andrew R. George, “The Gilgames epic at Ugarit”, Aula Orientalis 25, 2007, pp. 237-254.

Alexander Heidel, The Gilgamesh Epic and Old Testament Parallels, University of Chicago Press, Chicago & London, 1946