Las espadas vikingas denominadas Ulfberht fueron forjadas con un metal tan puro que continúan dejando estupefactos a los arqueólogos, puesto que siempre se ha dado por sentado que la tecnología necesaria para forjar dichos metales no se había desarrollado hasta hace 800 años. Sin embargo se han descubierto alrededor de 170 ‘Ulfberhts’, que han sido datadas entre los años 800 y 1000 d. C.
El documental de NOVA y National Geographic, titulado “Secretos de las Espadas Vikingas”, emitido por primera vez en el año 2012, expuso algunos detalles sobre la composición metalúrgica de tan enigmáticas armas blancas. Así, en el proceso de forjado del hierro, el mineral debe ser calentado a 1.548 grados centígrados para licuarlo, permitiendo al herrero eliminar las impurezas (llamadas “escoria”).
Además, el carbón también ha de mezclarse con el metal para, de este modo, lograr obtener un hierro más resistente. Pero la tecnología medieval no permitía que el hierro se calentara a una temperatura tan alta. Por ello, para poder eliminar la escoria se golpeaba: un método mucho menos eficaz.
Cuatro espadas Ulfberht halladas en Noruega (dibujos de Lorange, 1889). (Public Domain)
Sin embargo, las espadas tipo Ulfberht apenas contienen escoria, y presentan una proporción de carbono tres veces mayor que la de otros metales del mismo período. De hecho, se produjeron a base de una aleación conocida como “acero de crisol“. Claro que, hasta su descubrimiento, los expertos creían que los hornos inventados durante la revolución industrial habían sido las primeras herramientas que permitieron calentar el hierro hasta tan elevadas temperaturas.
El herrero de Wisconsin, Estados Unidos, Richard Furrer habló en NOVA sobre las dificultades que entraña elaborar un arma de este tipo. Furrer se auto-proclamó en el documental como una de las pocas personas, en todo el planeta, con las habilidades necesarias como para tratar de reproducir una espada Ulfberht.
“Hacerlas perfectas resulta algo muy complicado, pero sé cómo conseguirlo”, expuso Furrer en NOVA.
Diferentes niveles de pureza del metal. En estas dos imágenes se puede observar claramente la magnífica consistencia que presenta el acero Ulfberht, casi por completo libre de escoria. (Fotografía: La Gran Época/Screenshot/NOVA/National Geograph)
Además también aseguró que todo herrero capaz de fabricar una espada así debía ser considerado por el resto como alguien poseedor de poderes mágicos. De esta forma aseguró que “ser capaz de elaborar un arma partiendo de minerales con tanta suciedad es una cosa bastante inaudita”. Pero es que, elaborar un arma que se podía doblar sin romperse, tan poderosa y con tan poco peso, se consideraría en aquellos tiempos como algo absolutamente sobrenatural.
Furrer pasó varios días de trabajo continuo y meticuloso hasta ser capaz de forjar una espada similar utilizando, claro está, tecnología medieval: el defecto o error más diminuto podría haber convertido la espada en un inservible pedazo de chatarra. Al final pareció declarar su éxito con más alivio que alegría.
Finalmente, los investigadores y expertos creen que resulta posible que tanto el material como los conocimientos técnicos procedieran del Próximo Oriente. A través de la ruta de comercio del río Volga, las culturas procedentes del Próximo Oriente se abrieron paso a través de los asentamientos vikingos al mismo tiempo que aparecieron las primeras Ulfberhts. Un intercambio cultural que también terminó al mismo tiempo que se produjeron las últimas Ulfberhts.
Una de las tres espadas Ulfberht halladas en el territorio de los búlgaros del Volga. Museo de Historia de Kazán, Tatarstán, Rusia. (Dbachmann/CC BY-SA 4.0)
Imagen de portada: Fotografía de una espada Ulfberht expuesta en el Germanisches National Museum de Nuremberg, Alemania. (Fotografía: La Gran Época/Martin Kraft)
Autor: Tara MacIsaac - La Gran Época