En el mundo moderno, con la confianza puesta en nuestros aparatos tecnológicos, tendemos a mantener ideas preconcebidas acerca de lo avanzados que somos como civilización, suponiendo que los antiguos, con sus arcos, flechas y métodos medievales eran también bastante atrasados en sus pensamientos e ideas. Sin embargo, existen muchas tecnologías de la antigüedad que son de un ingenio tan increíble que nosotros, incluso con nuestra ciencia actual, no logramos entender.
Las siguientes antiguas invenciones causarán un cambio de paradigma en su pensamiento. Por lo menos, le harán reflexionar: ¿somos realmente tan avanzados como creemos?
El fuego griego fue un secreto muy bien guardado por los bizantinos, desarrollado en el siglo VII. Empleado como arma naval, este brebaje ardiente era rociado sobre las naves enemigas durante el combate. Y sólo podía extinguirse con arena, vinagre y orina, nunca con agua.
Ilustración de un antiguo manuscrito en la que observamos el uso del fuego griego contra una flota rebelde. Siglo XII, Codex Skylitzes Matritensis, Biblioteca Nacional de Madrid. (Dominio público)
El secreto de cómo se preparaba era conocido sólo por unos pocos privilegiados, y murió con los bizantinos. El uso de esta arma mortal condujo a importantes victorias del Imperio Bizantino, como el rescate de Constantinopla del primero y segundo asedios árabes de la ciudad, a finales del siglo VII y principios del VIII.
Existen tres menciones de una sustancia conocida como “vidrio flexible” o “vitrum flexile” en la antigua Roma.
La primera la encontramos en Petronio, un cortesano romano del reinado de Nerón que escribió sobre un encuentro que el emperador Tiberio tuvo con un vidriero. Presentó un frasco al Emperador y le pidió que se lo devolviera, momento en el que el vidriero lo arrojó al suelo y no se rompió. Sólo se abolló como si se tratase de un envase de bronce. Entonces, el vidriero lo martilló devolviéndole su forma original. El Emperador le preguntó al vidriero si había alguien más que supiera de la composición de este vaso. El vidriero respondió con una negativa y el emperador lo hizo decapitar.
Jarra de vidrio romana procedente de Hispania. Museo de Valladolid, España. (L. Fdez./CC BY-SA 2.1)
El historiador romano Plinio no creía en el “vitrum flexile”, y siempre comenzaba sus relatos acerca de éste con un “dicen” o “hay una historia”. Asimismo, escribió que tras la decapitación del vidriero su tienda fue destruida, ya que el emperador temía que el valor de los metales preciosos se desplomara si se conocía la composición del vidrio flexible.
Otra versión es la del historiador romano Dión Casio, escrita un par de cientos de años más tarde. En ella nos habla de un arquitecto que, después de haber sido desterrado por el emperador Tiberio por algún delito menor, pidió perdón y arrojó un recipiente de vidrio en el suelo. El cristal resultó abollado, pero el arquitecto lo reparó con sus manos desnudas.
En el año 2012, la empresa Corning lanzó un material resistente al calor, llamado “vidrio de sauce”, lo suficientemente flexible como para ser enrollado.
Se cuenta que Mitrídates VI, rey del Ponto entre los años 120 a. C. y 63 a. C., desarrolló un antídoto contra todos los venenos al intentar ser envenenado lentamente por su propia madre, quien prefería en el trono a su hermano y competidor. Después de numerosos intentos de atentado contra su vida, huyó al bosque, donde comenzó a consumir niveles no letales de veneno para mejorar su inmunidad. La fórmula fue llamada “mithridatium” o mitridato en honor precisamente a este rey
Botella de veneno. (Andrew Kuznetsov/CC BY-SA 2.0)
Adrienne Mayor, folclorista e historiadora de ciencias de la Universidad de Stanford, mencionaba en su investigación que la receta original se había perdido, aunque la fórmula fuera perfeccionada por el médico del emperador Nerón. Pese a ello, algunos de los ingredientes que los historiadores creen que formaban parte de la composición eran el opio y niveles no letales de venenos, así como sus respectivos antídotos.
Mayor también explica en su publicación que Sergei Popov, un ex investigador de armas biológicas de la URSS, se esforzó durante mucho tiempo en poder elaborar un moderno mitridato.
Durante el asedio de Siracusa en el año 212 a. C., se cuenta que el matemático griego Arquímedes desarrolló un sistema de espejos ustorios que reflejaban la luz solar concentrándola en los barcos enemigos romanos con la finalidad de incendiarlos. Adrienne Mayor describe el arma como “filas de escudos de bronce pulido que reflejan los rayos del sol en las naves enemigas”.
Portada de una versión en latín del “Tesoro de la Óptica” (Opticae Thesaurus). En la ilustración podemos observar cómo Arquímedes incendia las naves romanas ante Siracusa con la ayuda de espejos parabólicos. (Dominio público)
Los televisivos “Cazadores de Mitos” intentaron recrear el arma en el 2004, sin éxito. Sin embargo, en el 2005, los estudiantes del MIT sí lograron reconstruirla.
“Recrearon el arma de espejos de Arquímedes de 2.200 años de antigüedad y provocaron que un barco de pesca de madera ardiera en el puerto de San Francisco, impresionando a los “Cazadores de Mitos”, quienes filmaron la hazaña”, escribe Mayor al respecto.
Las estructuras romanas han aguantado miles de años en pie. El hormigón moderno, aunque más fuerte que el hormigón romano, no es tan duradero. De hecho, comienza a degradarse después de 50 años. Los investigadores han descubierto que el hormigón romano contiene un ingrediente que puede constituir el secreto para la durabilidad a largo plazo de tales estructuras: la ceniza volcánica.
Interior del panteón de Roma (Jean-Christophe BENOIST/GNU Free)
En el año 2013, investigadores de la Universidad de California publicaron un artículo en el que revelaron que el calcio-aluminio-silicato-hidrato (CASH) no sólo se une a un material debido a su incomparable estabilidad, sino que también conduce a menores emisiones de dióxido de carbono cuando se procesa para elaborar hormigón. Sin embargo, uno de sus inconvenientes es que necesita más tiempo para fraguar que el hormigón moderno.
El método original para la elaboración del acero de Damasco nos es desconocido. La leyenda cuenta que una espada forjada con este acero podía cortar incluso un mechón de pelo caído sobre su hoja. Fue producido en el Próximo Oriente entre los años 900 y 1750. La materia prima utilizada para su fabricación era el acero wootz, un producto procedente de la India. El secreto de cómo se creaba se perdió hacia mediados de siglo XVIII.
En los últimos tiempos los investigadores han podido utilizar microscopios electrónicos para comprender cómo se fabricaba este acero. Según el arqueólogo K. Kris Hirst, se hizo uso de nanotecnología para ello. Esto fue necesario debido a que las reacciones químicas se sucedían a nivel cuántico al añadir determinados materiales en la etapa de producción.
Patrones hallados en el acero de la hoja de una espada iraní. (GNU Free)
Imagen de portada: Fotocomposición. Izquierda, el temible “fuego griego”. Derecha, el misterioso “vidrio flexible” romano. (Fotomontaje: La Gran Época)
Autor: La Gran Época