A finales de la década de 1890, como los Estados Unidos se estaban convirtiendo en una potencia industrial, sus científicos y exploradores fueron redescubriendo el antiguo pasado de la tierra y siguiendo el rastro a las olvidadas civilizaciones alrededor de nuestro planeta. Uno de estos exploradores fue Augustus Le Plongeon, un norteamericano de origen francés que, después de leer las hazañas de Stephens y Catherwood en Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán, partió para explorar México y las ciudades mayas de la península de Yucatán.
Fotógrafo consumado y topógrafo, Augustus llegó a Mérida, México (capital de Yucatán) en 1875, y junto con su esposa Alice hizo planes para visitar una serie de importantes ruinas mayas. Antes de ir a ninguna parte, tuvo que disponerse una escolta armada para la protección contra bandidos, rebeldes mayas, y la milicia yucateca, grupos que estaban combatiendo en la llamada Guerra de Castas que llevaba varios años desestabilizado la región. A pesar de los peligros, viajaron primero a Uxmal y después a Chichén Itzá, realizando algunas de las primeras fotografías de los monumentos de estos lugares.
En Chichén Itzá, Augustus hizo que sus trabajadores limpiaran amplias zonas de la acrópolis central para poder fotografiar mejor los monumentos. Estas imágenes inspirarían más adelante a varios científicos notables como Edward Thompson, un arqueólogo norteamericano, quien, con el apoyo de la institución Carnegie, llevó a cabo las primeras excavaciones a gran escala y labores de consolidación de la antigua ciudad.
Sintiendo curiosidad por la lengua maya, Augusto hizo que maestros de la zona le instruyeran en la lengua maya de Yucatán para ayudarle en su investigación encaminada a comprender los símbolos decorativos y jeroglíficos mayas que cubren numerosos edificios y murales. Masón de alto nivel que había viajado a lo largo y ancho del Próximo Oriente y Egipto, Le Plongeon creía que los egipcios dinásticos fueron influenciados por antiguos exploradores mayas y gentes de la Atlántida, escribiendo profusamente sobre sus teorías.
Augustus Le Plongeon y algunos de sus trabajadores posan junto a una colección de esculturas mayas cerca de la pirámide principal de Chichén Itzá, (1875). Fotografía publicada en ‘A Dream of Maya’, libro de Lawrence Gustave Desmond (aportada por el autor)
En la década de 1890 y a principios del siglo XX, antes de la introducción de las técnicas de datación por carbono-14, los científicos estaban estudiando el origen de las antiguas civilizaciones mediante el análisis comparativo, y creían que el período Formativo Maya se habría iniciado en torno al 1500 a. C. (hace 3.500 años.) La mayoría de los arqueólogos más destacados de entonces inmediatamente desacreditaron a Le Plongeon y despreciaron su trabajo como una locura sin sentido. Pero es posible que Le Plongeon fuera detrás de algo que sólo podemos apreciar hoy en día.
Los mayas veneraban su historia y santificban a las generaciones anteriores. Notables complejos de pirámides y otros edificios fueron construidos sobre los cimientos y azoteas de la arquitectura existente con el fin de mantener la correcta constelación de estrellas y los alineamientos de energía. Hoy contamos tan sólo con una rudimentaria comprensión de por qué estas prácticas se mantuvieron, centradas en las temporadas de siembra, cosecha, etcétera. Pero una reciente investigación ha desvelado un sorprendente descubrimiento.
Los mayas aplicaban la ciencia y se basaban en la ingeniería para construir sus pirámides, que recogían y amplificaban los campos geomagnéticos emitidos de forma natural por la Tierra. John Burke, en su libro Seed of Knowledge, Stone of Plenty (“Semilla del conocimiento, piedra de la abundancia”), medía estos campos telúricos (corrientes del planeta Tierra) descubriendo que los complejos de pirámides fueron deliberadamente diseñados y construidos sobre estos vórtices. Obviamente, los antiguos mayas eran tecnológicamente y científicamente muy avanzados, y durante miles de años desarrollaron una civilización poderosa y culturalmente rica que influyó en gran parte del mundo antiguo.
La grandiosa antigüedad de los mayas – Le Plongeon posa sentado en una escultura de Chac-Mool extraída de una profundidad de más de tres metros en Chichén Itzá. Del libro ‘A Dream of Maya’. (Fotografía aportada por el autor)
Le Plongeon creía que aquellos antiguos mayas pusieron los cimientos de la civilización que admiramos hoy en día, y que según sus interpretaciones colonizó lo que hoy es Yucatán, México, hace más de 11.500 años. Para proteger las reliquias del pasado, los sacerdotes enterraron objetos y documentos importantes de aquellas épocas, entre ellos una gran estatua.
A través de su desciframiento de un dintel de la puerta en unas antiguas ruinas de Chichén Itzá, Le Plongeon descubrió que bajo 'La plataforma de las águilas y los jaguares', un pequeño edificio en forma de pirámide cercano a la Acrópolis principal, encontraría una importante figura del pasado.
Con solo ramas de árbol y unos pocos obreros, el investigador excavó hasta más de tres metros de profundidad, encontrando una gran estatua de un hombre reclinado. Tallada en granito y con un peso de cerca de 800 libras (363 kilogramos), la figura luce un tocado inusual, con extraños paneles laterales cubiertos de jeroglíficos que se extienden hacia abajo sobre sus orejas. Su cabeza está girada 90 grados respecto a su cuerpo, y está apoyado sobre sus codos. Con los brazos descansando sobre su vientre, sus manos sostienen un recipiente redondo. Ciertos arqueólogos han atribuido la figura a la cultura tolteca del centro de México, ya que se encontró una escultura reclinada similar en Tula, su capital. Un plato grande o insignia cubre la mitad superior del pecho de la estatua, idéntico a los que pueden observarse en las enormes esculturas de pie que encontramos en Tula en la cima de la pirámide B.
¿Quién era Chac-Mool? -La estatua de Chac-Mool tal y como podemos contemplarla hoy en día en el Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México. (Fotografía aportada por el autor)
Le Plongeon llamó a la estatua 'Chacmool', poderoso guerrero, para simbolizar a un soldado caído en combate llevando ofrendas a los dioses. Se trata de una tosca obra de arte, en la que el escultor talló apresuradamente la pieza con un rostro simple e inexpresivo, y un cuerpo que no es el típico de las muy refinadas esculturas que encontramos desde los primeros mayas. Resulta curioso que Le Plongeon llamara Chacmool a la figura. La escultura no viste nada que pueda ser considerado propio de un guerrero. Se trata de un rey, noble o sacerdote del pasado. ¿Podría esta figura ser el mítico Kukulkán, portador de conocimiento, superviviente del Gran Diluvio, quien habría regresado para refundar la civilización?
Escultura del juego de pelota del asentamiento postclásico de Mixco Viejo, Guatemala. Esta figura representa a Kukulkán, con sus fauces abiertas, y la figura de un guerrero humano surgiendo de su boca. (Simon Burchell/CC BY-SA 3.0)
Los arqueólogos creen que el culto a Kukulkán facilitaba las comunicaciones y el comercio pacífico entre pueblos de características étnicas y sociales muy diferentes, y que se centraba originalmente en la antigua ciudad de Chichén Itzá, extendiéndose más adelante al altiplano de Guatemala y otras regiones de Centroamérica. Los aztecas tenían una figura similar llamada Quetzalcóatl, dios que da nombre a una de las pirámides de Teotihuacán.
Detalle del Templo de los Guerreros de Chichén Itzá en el que podemos observar una estatua de Chac-Mool. (Bjørn Christian Tørrissen/CC BY-SA 3.0)
Aunque el nombre de Kukulkán es conocido en toda Centroamérica, contamos con pocos documentos (si es que existe alguno) que nos digan quién era y permitan desvelar su legado. Algunos han especulado que el plato que la figura sostiene sobre su vientre podría haber contenido mercurio líquido, un elemento que por medio de su reflejo metálico sería utilizado para observar los cielos o para propósitos adivinatorios.
Sea cual sea el significado de su postura reclinada, esta figura fue importante para los primeros mayas, y quizás también para otras culturas mesoamericanas. Se han desenterrado pequeñas reproducciones (figuritas) de Chac-Mool en todo Yucatán y lo que hoy es México, estatuillas que revelan que la figura era deificada y posiblemente utilizada en ceremonias religiosas.
Fotografía de la cabeza de una estatuilla de Chac-Mool - colección privada del autor.
Se han encontrado abundantes ejemplos de esculturas de Chac-Mool en toda Mesoamérica, desde Michoacán en México hasta El Salvador. Los ejemplos más antiguos datan del período Clásico Terminal de la cronología mesoamericana (c. 800 d. C. – 900 d. C.). Aunque Le Plongeon encontró el Chac-Mool más grande, otros catorce Chac-Mool fueron descubiertos en Chichén Itzá, y doce en Tula. En Chichén Itzá, sólo cinco de las catorce esculturas fueron confirmadas con seguridad en sus respectivos contextos arquitectónicos, las de el Castillo, el templo de Chac-Mool, la Columnata norte, el Templo de las Mesitas y el Templo de los Guerreros. El resto de ellas fueron descubiertas enterradas dentro o cerca de estructuras importantes. El Chac-Mool de Tula, más pequeño, es casi idéntico a la versión de Chichén Itzá excepto por el cuchillo atado a su brazo.
Siglos más tarde, el Chac-Mool sería utilizado por degeneradas civilizaciones mesoamericanas, incluidas las últimas generaciones de los mayas, para representar a un dios de sangre. En su versión azteca, la vasija sobre el vientre del Chac-Mool se convirtió en un Cuauhxicalli (cuenco de piedra destinado a contener corazones humanos), y la divinidad fue responsable de un culto religioso que provocó la muerte de decenas de miles de hombres, mujeres y niños, marcando uno de los períodos más siniestros de la historia de la humanidad.
Sacrificios humanos en las ilustraciones del Códice Magliabechiano, folio 70. (Dominio público)
A medida que los arqueólogos continúan descubriendo asentamientos mayas más antiguos en toda Centroamérica, un punto ha quedado claro. Fueron los mayas y no los olmecas los grandes maestros, los que influyeron en cierto número de antiguos nativos en gran parte de lo que hoy son México, Honduras y Guatemala. El Chac-Mool podría haber sido una de muchas figuras importantes que siguieron a lo que parece haber sido un gran diluvio (y cambio a nivel planetario) que destruyó gran parte de la población humana en toda Mesoamérica. Los mitos nativos describen una figura (o figuras) que difunde información sobre agricultura, astronomía, desarrollo cultural y las ciencias para ayudar a construir un nuevo mundo para los supervivientes. Creo que mientras continuemos excavando y descifrando más de los monumentos mayas que han llegado hasta nosotros, descubriremos nuevas pruebas de esta afirmación y conseguiremos comprender mejor a éste y otros importantes individuos que influyeron en el pasado.
Imagen de portada: Estatua del dios Chac-Mool situada en el interior de una de las cámaras de la pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá, México (Dominio público); detalle.
Autor Cliff Dunning
Lawrence Gustave Desmond, Phyllis M. Messenger. A Dream of Maya: Augustus and Alice Le Plongeon in nineteenth century Yucatan. Albuquerque: University of New Mexico Press, 1988.
Augustus Le Plongeon. Sacred Mysteries Among The Mayas And The Quiches, 11,500 Years Ago: Their Relation To The Sacred Mysteries Of Egypt, Greece, Chaldea And India. Freemasonry In Times Anterior To The Temple Of Solomon. Publisher: CreateSpace Independent Publishing Platform (April 8, 2013)
Augustus Le Plongeon. Queen Móo and the Egyptian Sphinx (Classic Reprint). Publisher: Forgotten Books (May 9, 2017)