En la historia de México, distintos sucesos relevantes ocurrieron en el siglo XV, y entre los más importantes resulta necesario destacar el hecho de haber sido el primer país de América en poseer una imprenta, lo que dio origen a una nueva ilustración que influyó notablemente en el desarrollo de la cultura mexicana.
Todo ello provocó que también se convirtiese en uno de los primeros países del Nuevo Mundo en contar con las primeras y más relevantes bibliotecas de América. Actualmente destaca en él la Biblioteca Nacional de México (BNM), perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por albergar un acervo cultural formado por más de 1.250.000 piezas. Entre tan valiosos documentos destacan 173 libros incunables –fechados entre 1469 y 1500–, además de varios volúmenes ilustrados a mano y con letras de oro. También cuenta con la obra mecanografiada Los murmullos –titulada después como ‘Pedro Páramo’–, con anotaciones de puño y letra de su autor, Juan Rulfo, así como con diversas colecciones de bibliotecas conventuales.
“Su cúmulo se divide en dos secciones: la moderna, que reúne ejemplares del siglo XX al XXI, y los fondos reservados –tanto de la biblioteca como de la hemeroteca– que pueden tener libros modernos, y también incunables. Los incunables –del latín ‘incunabula’, en la cuna– son “hijos de la primera imprenta”. Entre ellos se pueden encontrar obras como La Divina Comedia (Venecia 1493), de Dante Alighieri. Provienen principalmente de bibliotecas novohispanas y de conventos, pues hay que recordar que la Biblioteca Nacional es producto de las Leyes de Reforma y la desamortización de bienes”, explica la doctora y coordinadora de la BNM, Silvia Salgado Ruelas.
Incunable de La Divina Comedia (año 1493) que alberga la Biblioteca Nacional de México. (Fotografía: La Gran Época/Fernando Velázquez (UNAM))
En la Sala Mexicana, un recinto que contiene grandes tesoros mexicanos, se coleccionan impresos realizados en el país desde el año 1554 hasta 1821. Además, quienes acudan a la BNM también podrán acceder a la Colección de José María Lafragua, al archivo de Carlos Pellicer, a la biblioteca personal de Boris Rosen –pareja de Raquel Tibol–, a las obras que conformaron el acervo de la Antigua Catedral de México o a la colección hemerográfica mexicana, que abarca desde 1772 hasta el presente.
“Lo que la biblioteca reúne no se va a encontrar, como colección, en ningún otro lado. Conservamos ejemplares únicos, tanto mexicanos como extranjeros, colecciones de personajes e instituciones que muestran la historia y formación cultural e intelectual de esta nación”, añadió la profesora Salgado.
Inicialmente, la Biblioteca Nacional fue establecida en el templo de San Agustín, ubicado en el Centro histórico de la Ciudad de México, por decreto del presidente Benito Juárez en el año 1867. En 1929, cuando la UNAM logró su autonomía, se puso a su cargo la Biblioteca Nacional, y de esta manera se convirtió en la primera de la historia en estar a cargo de una Universidad: generalmente las Bibliotecas Nacionales se encuentran al resguardo de secretarías o de ministerios de Educación y Cultura.
Libro de horas (origen parisino – año 1450). (Fotografía: La Gran Época/Fernando Velázquez (UNAM))
En 1944, debido al crecimiento de los periódicos y las hemerotecas, cuyo desarrollo siempre es más acelerado que el de una biblioteca, ésta salió del Antiguo Templo de San Agustín y fue trasladada al Antiguo Templo de San Pedro y San Pablo, aunque no existiese un decreto oficial de creación. Hubo que esperar hasta 1979 para volver a reunir a la BNM y la Hemeroteca Nacional en el edificio que actualmente ocupan, en la Ciudad Universitaria. Luego, en 1992, se instaló una construcción adicional donde se albergan los fondos antiguos o reservados de ambas.
“No hemos terminado de hacer el inventario pues traemos un rezago histórico, pero aproximadamente tenemos 1.250.000 piezas, además de dos millones de imágenes de la biblioteca y más de siete millones más de la hemeroteca. De ese tamaño es la riqueza de la BNM”, concluyó finalmente la experta Silvia Salgado.
Imagen de portada: Silvia Salgado con un libro de coro conventual del año 1713. (Fotografía: La Gran Época/Fernando Velázquez (UNAM))
Autor: La Gran Época.