La persona más antigua cuyo nombre conocemos fue un individuo de Sumeria, una de las primeras civilizaciones urbanas de la Mesopotamia meridional, actual Iraq. El nombre de una persona constituye una parte integral de su identidad, y carecer de este aspecto de la vida es algo difícil de imaginar. Si bien es posible que los nombres humanos hayan existido desde tiempos prehistóricos, su conservación no siempre ha sido tan fácil como lo es hoy. En gran parte del mundo moderno, los nombres pueden ser preservados para la posteridad sin mucha dificultad, ya sea a través de registros gubernamentales o a través del esfuerzo individual. En el pasado, sin embargo, esto no era una tarea tan fácil debido a varios factores, como la alfabetización (o más bien la ausencia de ella) y los materiales en los que poder escribir el nombre de la persona.
Huellas de las Cueva de las Manos en el cauce del Río Pinturas (c. 7300 a. C.), cerca de la ciudad de Perito Moreno en la provincia argentina de Santa Cruz. (CC BY-SA 3.0)
El nombre puede considerarse un símbolo de la identidad de una persona. Es probable que los nombres humanos hayan existido mucho antes de la llegada de la escritura. Sin embargo, sin un alfabeto escrito, este aspecto del individuo no se podría transmitir a las generaciones futuras. Pese a ello, parece que los humanos sí que han buscado dejar sus marcas personales en la historia desde hace muchos milenios. Esto se puede ver claramente en las huellas pintadas que han dejado las gentes prehistóricas en cuevas de todo el mundo. Eso sí, aún pasaría mucho tiempo antes de que el nombre de un individuo pudiera conservarse para las generaciones futuras.
Cartuchos de Ramses II en Tanis (un cartucho indica que los jeroglíficos que aparecen en su interior expresan el nombre de un miembro de la realeza). (CC BY-SA 3.0)
El registro arqueológico de las primeras sociedades con frecuencia aparece sesgado hacia el estilo de vida de las élites. Palacios reales o enterramientos suntuosos suelen recibir las mayores atenciones dentro del mundo de los descubrimientos arqueológicos. Por ello se suele creer que la persona más antigua cuyo nombre conocemos debería ser un rey o algún otro personaje importante de la sociedad de entonces. Sin embargo, no es este el caso, ya que el nombre más antiguo que conocemos de una persona pertenece a... un contable. Aunque es cierto que los contables desempeñaban un papel importante en las civilizaciones antiguas, en modo alguno ocupaban un lugar en la cúspide de la jerarquía social de entonces.
El nombre de este antiguo contable es Kushim, y se cree que vivió en Sumeria durante la segunda mitad del cuarto milenio antes de Cristo. El nombre “Kushim” aparece en una tablilla de arcilla conocida ahora como 'tablilla Kushim', que contiene una inscripción en la que se detalla una transacción comercial. La traducción de dicha inscripción es la siguiente: “29.086 medidas de cebada 37 meses Kushim”, que se ha interpretado como “un total de 29.086 medidas de cebada fueron recibidas en el transcurso de 37 meses. Firmado, Kushim”. Se ha planteado la posibilidad de que Kushim fuera el nombre de un cargo u oficio. Aunque las sílabas ‘Ku’ y ‘Shim’ tienen su propio significado independiente, al unirse carecen de él. Por esta razón, se ha especulado como alternativa que se trate del nombre de un individuo.
Hay que señalar que Kushim no es el único nombre humano que conocemos de aquella época. En otra tablilla de arcilla puede leerse el nombre de Gal-San. Según esta otra inscripción, Gal-San era propietario de varios esclavos, y dos de ellos, Enpap-X y Sukkalgir, también son nombrados en la inscripción. Algunos estudiosos han argumentado que debería ser Gal-San, y no Kushim, el nombre humano más antiguo conocido. Además existe otro antiguo nombre conocido, el de Turgunu Sanga, quien podría haber sido un contable de la familia Turgunu.
Tablilla administrativa sumeria con el nombre del supuesto “Kushim” (3500-2000 a. C.). (worldimages)
De todos estos nombres se puede deducir que los primeros nombres propios conocidos no pertenecían a personas que ocuparan los niveles superiores de la jerarquía social, sino a individuos de las clases más bajas. Una conclusión que puede extraerse de este hecho es que la escritura comenzó con una finalidad utilitaria, es decir, como un medio para que las personas pudieran mantener un registro de sus propiedades o deudas, más que como una herramienta de poder para proclamar sus hazañas. De hecho, los nombres de los reyes comenzaron a aparecer en los registros escritos apenas una generación después de Kushim.
Imagen de portada: Fotografía de la Tablilla Kushim. (The Schoyen Collection © The Schøyen Collection, Oslo and London)
Autor: Wu Mingren
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuentes:
Badenhorst, F., 2015. Meet Kushim, the accountant from ancient Sumer. [Online]
Disponible en: https://www.accountingweb.co.uk/community/blogs/francois-badenhorst/meet-kushim-the-accountant-from-ancient-sumer
Harari, Y. N., 2011. Sapiens: A Brief History of Humankind. London: Vintage Books.
Krulwich, R., 2015. Who’s the First Person in History Whose Name We Know?. [Online]
Disponible en: https://phenomena.nationalgeographic.com/2015/08/19/whos-the-first-person-in-history-whose-name-we-know/
Odenwald, S., 2014. Who Was the First Named Human?. [Online]
Disponible en: https://www.huffingtonpost.com/dr-sten-odenwald/who-was-the-first-named-h_b_5679829.html
Townsend Center for the Humanities, 2017. The Birth of Writing: The Kushim Tablet. [Online]
Disponible en: https://coursethreads.berkeley.edu/media/video/birth-writing-kushim-tablet