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Portada - Francisco Pizarro, óleo de Julio Vila y Prades (1925). Pinacoteca Municipal Ignacio Merino, Lima, Perú. (Public Domain)

Nuevas revelaciones sobre el conquistador Francisco Pizarro niegan su carácter genocida

Francisco Pizarro continúa siendo en la actualidad el gran desconocido entre aquellos conquistadores españoles que hace cinco siglos se aventuraron a adentrarse en el Nuevo Mundo. Nacido en la hermosa ciudad española de Trujillo (Cáceres), pasó a la historia por haber derrocado al poderoso Imperio Inca, con la ayuda de diversos caciques locales.

Hijo del hidalgo Gonzalo Pizarro Rodríguez de Aguilar, importante personaje de la época que participó en las campañas de Italia, y de Francisca González Mateos, dama de la nobleza, era también primo segundo de Hernán Cortés, quien a su vez doblegó al Imperio Azteca. Con 20 años se alistó en los tercios españoles, donde a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, sirvió y combatió en el sur de Italia, (Calabria y Sicilia). Posteriormente viajó a Sevilla, donde permaneció hasta su marcha a las Américas en el año 1502.

 

 

Con fama de agresivo, genocida, codicioso y sanguinario, pocos datos realmente históricos y fidedignos han llegado hasta nosotros acerca de su personalidad. Sin embargo, la historiadora española, Carmen Martín Rubio, ha optado ahora por sacar a la luz su lado más humano en una serie de declaraciones publicadas por el periódico español ABC, a través de una entrevista concedida a dicho medio.

La Leyenda Negra

En general, todos los conquistadores han sido muy maltratados. Los documentos sacados a la luz por el historiador Guillermo Lohmann Villena han demostrado recientemente que el auténtico Francisco Pizarro se parece poco al que presenta la leyenda negra. Pizarro tenía un objetivo muy claro, al que dedicó la mayor parte de su vida: conquistar los territorios de los que había oído hablar 20 años antes. No era una persona codiciosa ni cruel. Murió completamente arruinado”, afirma Martín Rubio, autora del libro «Francisco Pizarro: el hombre desconocido», en declaraciones al diario ABC.

Relieve del Capitolio de Washington en el que se observa a Francisco Pizarro, conquistador del Perú, adentrándose en la jungla en busca del legendario reino de El Dorado (Public Domain)

Relieve del Capitolio de Washington en el que se observa a Francisco Pizarro, conquistador del Perú, adentrándose en la jungla en busca del legendario reino de El Dorado (Public Domain)

Según afirma la experta, en Perú los catedráticos desean poder dejar de estudiar una historia parcial y sesgada que no se corresponde con el Pizarro valiente, positivo y humano de la realidad histórica. Asimismo, la investigadora también denuncia que tanto en España como en el resto del mundo, Pizarro es un gran desconocido:

Si acaso la tendencia es a presentarle como el destructor del imperio inca y el hombre que superpuso una cultura sobre otra. No conocen al auténtico Pizarro. Él reclamó con insistencia que se respetasen los territorios originales de los incas y promovió leyes para proteger a los indígenas. No quiso para nada destruir el imperio inca, como se puede comprobar en su correspondencia. Pizarro murió arruinado, porque la Corona nunca auspiciaba nada. El dinero debía correr por cuenta de cada conquistador. Así que Pizarro tuvo que organizar ejércitos y barcos por su cuenta y riesgo. En el año de su muerte estaba arruinado, puesto que se había pasado la vida levantando ejércitos y fundando ciudades. Y desde luego no era un hombre codicioso. El Inca Garcilaso de la Vega cuenta que Pizarro, al que le gustaba jugar y apostar, se dejaba ganar en ocasiones, cuando quería ayudar a gente que tenía problemas económicos y demasiado orgullo para pedir el dinero”, continúa explicando Carmen Martín Rubio.

La historiadora Carmen Martín Rubio niega la leyenda negra creada en torno al conquistador del imperio inca Francisco Pizarro. (Fotografía: Ángel de Antonio/ABC)

La historiadora Carmen Martín Rubio niega la leyenda negra creada en torno al conquistador del imperio inca Francisco Pizarro. (Fotografía: Ángel de Antonio/ABC)

La muerte de Atahualpa

En cuanto a las relaciones que se establecieron entre los indígenas americanos y los conquistadores españoles, la experta indica que por norma general se trataba bien a la población, ya que entre otras cosas los españoles necesitaban la mano de obra nativa, siendo frecuente el mestizaje entre ambas comunidades. De hecho, la historiadora asegura que los indígenas cobraban por su trabajo, incluso en las minas, y que la mayoría de conquistadores se mezclaron y casaron con princesas incas:

“Al descubrir el Perú, Pizarro se dio cuenta de la importancia de aquel reino y entendió que había que entroncar con la población. Él quiso dar ejemplo y se casó con la hermana de Atahualpa. Todos los que le acompañaban hicieron lo mismo. La leyenda negra ha llevado a muchos errores. La muerte de Atahualpa no la considero una sombra, porque en aquel momento Pizarro estaba rodeado por 50.000 guerreros indígenas y ellos eran 175. Solo si moría Atahualpa podían acabar con el ímpetu guerrero de los incas, pese a lo cual Pizarro se opuso a ejecutarlo hasta que los capitanes le forzaron a ello. En este sentido, dicen los cronistas que derramó lágrimas. Esa no es la actitud de un hombre cruel. (…) Lo que sí considero una sombra, en cambio, es cuando antes de avanzar hacia el imperio inca, a la altura de Ecuador, se rebelaron varios caciques locales, y Pizarro permitió que fueran ajusticiados. Asimismo, cuando sus hombres quisieron regresar a Panamá él ordenó que a los cabecillas de la rebelión se les cortaran las yemas de los dedos. Tiempo después, descubrió que los condenados eran inocentes y, por tanto, había cometido una injusticia”, prosigue la investigadora.

“Genocidas fueron los ingleses”

Para Carmen Martín Rubio, Francisco Pizarro fue un militar nato que utilizó ingeniosas tácticas en su aventura americana, como demostró en la batalla de Cajamarca donde, pese a estar completamente rodeado, logró aprovechar la propia orografía del terreno para alcanzar la victoria. Pizarro acabaría esa jornada herido, intentando que nadie asesinara a Atahualpa tras haberlo apresado.

Atahualpa fue apresado en el transcurso de la batalla de Cajamarca. “La captura de Atahualpa”, óleo del peruano Juan B. Lepiani (1864-1932). Museo de Arte de Lima, Perú. (Public Domain)

Atahualpa fue apresado en el transcurso de la batalla de Cajamarca. “La captura de Atahualpa”, óleo del peruano Juan B. Lepiani (1864-1932). Museo de Arte de Lima, Perú. (Public Domain)

“Genocidas fueron los ingleses. Colonizaron los Estados Unidos con la idea de que el mejor indio es el indio muerto y les quitaron sus tierras. Pizarro no quiso nunca quitar sus tierras a los incas. La Corona se apoderó únicamente de los templos, las casas de los soles y los palacios de los incas. Luego respetaron escrupulosamente las tierras de la gente. En 1542, las Leyes Nuevas de las Indias fueron el primer Hábeas Corpus de la historia en defensa del débil. Para nada se les puede calificar de genocidas. La cuestión es que en ciertos sectores políticos es una palabra que vende y que se recurre a ella con demasiada facilidad”, apostilló por último la historiadora Carmen Martín Rubio.

Imagen de portada: Francisco Pizarro, óleo de Julio Vila y Prades (1925). Pinacoteca Municipal Ignacio Merino, Lima, Perú. (Public Domain)

Autor: Mariló T.A.

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Mariló T.A.

Escritora freelance, bloguera y especialista en redes sociales, Mariló trabaja y colabora desde hace años en diversos medios de comunicación online. Apasionada de la naturaleza, los animales, la fotografía, la ecología, el biodinamismo, la espiritualidad, las civilizaciones antiguas, los viajes... Lee mas
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