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Portada - Pinturas rupestres aborígenes en las que se observan alineamientos astronómicos.

El código angular: mensajes ocultos en inscripciones prehistóricas y antiguos muros

El Dr. Derek Cunningham ha presentado recientemente una nueva y sorprendente teoría arqueológica, según la cual numerosos símbolos geométricos hallados en todo el mundo serían en realidad antiguos textos escritos según un código angular basado en valores astronómicos y utilizado por los antiguos astrónomos para medir el paso del tiempo y predecir eclipses. En esta teoría se pone de manifiesto que muchos de los símbolos geométricos observados en el registro arqueológico de todo el mundo se alinean en ángulos que coinciden con el ángulo cercano a 1 grado del movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol, el ángulo de 5,1 grados del plano orbital de la luna en relación con la Tierra, el ciclo lunar de 18,6 años y el mes sideral de 27,32 días.

Uno de los primeros estudios de Cunningham en este campo fue el análisis preliminar del templo peruano de Saqsaywaman, en el que el investigador argumentaba que los muros poligonales del templo estaban alineados de este modo, y también que el complejo entero del templo fue diseñado para alinearse según estos valores astronómicos esenciales. En su teoría, las inclinaciones angulares están consideradas como marcas que determinan ángulos por encima o por debajo de la horizontal, o a izquierda y derecha de la vertical;  indicando quizás la dirección del ángulo un sonido vocal y el propio ángulo el sonido de la consonante. Es bastante posible por tanto que estos muros fueran construidos formando un texto básico, pero legible.

 

 

Los muros poligonales del templo peruano de Saqsaywaman

Los muros poligonales del templo peruano de Saqsaywaman

Disposición de los bloques de piedra en uno de los muros de Saqsaywaman. Los valores astronómicos pueden hallarse bajo la forma de un sistema angular, con inclinaciones por encima o por debajo de la horizontal, o a izquierda y derecha de la vertical. Imágenes: Derek Cunningham

Disposición de los bloques de piedra en uno de los muros de Saqsaywaman. Los valores astronómicos pueden hallarse bajo la forma de un sistema angular, con inclinaciones por encima o por debajo de la horizontal, o a izquierda y derecha de la vertical. Imágenes: Derek Cunningham

En el estudio más reciente de Cunningham en relación con el código angular propuesto se ha obtenido lo que únicamente podríamos denominar como una investigación meditada detenidamente, que apunta de manera directa al habitual contraargumento de que este tipo de alineamientos es totalmente casual.

En su reciente análisis Cunningham razona que si todos los patrones geométricos hallados en todo el mundo son completamente casuales, incluso si se introdujera un sesgo intencionado en el experimento para alinear la imagen geométrica de forma que predomine un ángulo en concreto −en otras palabras, forzando un alineamiento angular óptimo− ya que según el contraargumento habitual todas las líneas están distribuidas de manera enteramente fortuita, los valores desde el secundario hasta el cuaternario deberían ser asimismo aleatorios. En otras palabras, únicamente el valor primario optimizado debería coincidir.

Sin embargo, si los diversos patrones geométricos hallados en todo el mundo son, como afirma Cunningham, una antigua forma de escritura, entonces quizás exactamente los mismos valores angulares secundarios, terciarios y cuaternarios deberían aparecer claramente reflejados en las diferentes imágenes antiguas. Y justo eso ha sido lo que se ha encontrado Cunningham.

Utilizando el ángulo de 5,1 grados que representa el plano orbital de la luna en relación con la Tierra como uno de los puntos de referencia clave para su investigación, un estudio muy minucioso de imágenes geométricas australianas ha revelado que los ángulos secundario al cuaternario observados en la mayor parte de estos dibujos prehistóricos geométricos se encuentran repetida y habitualmente alineados con los mismos valores angulares secundarios a cuaternarios. Para el estudio preliminar se eligió Australia por haber permanecido aislada durante buena parte de su historia, por lo que los resultados observados no podrían rebatirse por la posibilidad de haber tenido su origen en rutas comerciales potencialmente largas.

Cunningham decidió entonces ampliar su investigación a otras imágenes geométricas halladas en Europa, incluyendo la comparación con los muros poligonales descubiertos en Delfos y un interesante análisis del singular motivo en abanico que aparece grabado sobre la tibia de un elefante de colmillos rectos descubierta en Bilzingsleben, Alemania. En todos los casos se intentó comparar directamente los valores angulares secundario al cuaternario hallados en Europa con los observados en los antiguos dibujos geométricos australianos.

En la imagen se observa parte del muro poligonal que se encuentra al pie del Templo de Apolo, en Delfos. (Fotografía: Dr. Derek Cunningham)

En la imagen se observa parte del muro poligonal que se encuentra al pie del Templo de Apolo, en Delfos. (Fotografía: Dr. Derek Cunningham)

Imagen de un antiguo cilindro de hace 20.000 años, parte de la colección de antiguas inscripciones de Martin Schøyen. En este caso, un análisis detallado de las diversas líneas presentes en la piedra ha revelado una distribución angular idéntica a la del muro de piedra poligonal de Delfos.

Imagen de un antiguo cilindro de hace 20.000 años, parte de la colección de antiguas inscripciones de Martin Schøyen. En este caso, un análisis detallado de las diversas líneas presentes en la piedra ha revelado una distribución angular idéntica a la del muro de piedra poligonal de Delfos.

Tras un minucioso estudio de la distribución angular hallada en los numerosos bloques de piedra poligonales del muro de Delfos se determinó que las mismas preferencias angulares observadas en Australia se encuentran de hecho también en la lejana Europa. Concretamente, se descubrió que tanto el arte europeo como el australiano ponen de manifiesto el ciclo lunar de 18,6 años y el mes sideral de 27,32 días; y al haberse observado valores primarios a cuaternarios idénticos, según los análisis estadísticos estas imágenes deberían remontarse como mínimo a hace 50.000 años. Este dato sugiere que una antigua civilización de la Edad de Piedra viajó activamente por todo el mundo, dejando tras de sí ‘recuerdos’ muy diversos para que los descubriéramos.

Una de las pruebas visuales más singulares reunidas en este estudio en particular es una piedra marcada descubierta en Australia que replica un patrón geométrico ya observado en el hueso de elefante de Bilzingsleben, Alemania.

La piedra australiana en cuestión fue descubierta por Jennifer Summerville, quien la cedió a Cunningham para permitirle llevar a cabo un análisis detallado de la misma.

Alineaciones astronómicas de las líneas grabadas por los aborígenes en esta piedra descubierta en Australia.

Alineaciones astronómicas de las líneas grabadas por los aborígenes en esta piedra descubierta en Australia.

Ángulos de los trazos marcados en la tibia de elefante descubierta en Bilzingsleben, Alemania

Ángulos de los trazos marcados en la tibia de elefante descubierta en Bilzingsleben, Alemania

Como se puede observar, las marcas sobre la piedra dan lugar a una serie de trazos a modo de abanico que son idénticos en estructura y en valores angulares a los más famosos trazos del mismo tipo descubiertos en la tibia de elefante de Bilzingsleben. Esta tibia ha sido datada por el arqueólogo John Feliks en unos 400.000 años de antigüedad.

Igualmente intrigante es el hecho de que exactamente los mismos valores angulares pueden observarse en las diversas imágenes geométricas halladas en la cueva de Lascaux, cuya antigüedad está en torno a los 13.000 años.

Las similitudes observadas en el arte geométrico de Australia y Europa son conocidas desde hace tiempo. Lo que realmente se echaba en falta hasta ahora era un método sencillo de valorar la “intención artística” de los artistas de la Edad de Piedra que realizaron los dibujos.

Siendo los valores astronómicos de naturaleza inherentemente numérica, nos ofrecen la posibilidad de analizar matemáticamente antiguas obras de arte para intentar determinar su propósito, proporcionándonos además un método que permite comparar directamente manifestaciones artísticas de tipos completamente diferentes. Este hecho constituye un importantísimo avance en el estudio de nuestro pasado más remoto.

Gracias a esta nueva capacidad de comparar directamente dibujos geométricos de tipos muy diversos, se ha creado una técnica experimental completamente nueva que por primera vez nos permitirá ‘leer’ los dibujos que dejaron plasmados nuestros ancestros más remotos.

Imagen de portada: Pinturas rupestres aborígenes en las que se observan alineamientos astronómicos.

Este artículo fue publicado con anterioridad en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

Imagen de ancient-origins

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