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Portada - Alejandra Molina, arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) trabaja en el yacimiento contiguo al Templo Mayor, uno de los principales templos aztecas de Ciudad de México, lugar en el que han sido descubiertos los restos de un joven lobo sacrificado por los aztecas y cuidadosamente ornamentado con elementos de oro finísimo. (Fotografía: REUTERS/Henry Romero)

Descubierto en Ciudad de México joven lobo sacrificado por los aztecas y ornamentado con joyas de oro finísimo

Un equipo de arqueólogos ha descubierto los restos de un joven lobo sacrificado, cuidadosamente ornamentado con oro azteca de la mejor calidad. Se cree que este lobo fue enterrado hace más de cinco siglos en el corazón de lo que hoy es Ciudad de México, en el pasado próspero centro cultural del Imperio azteca.

Un tesoro impresionante con singulares ofrendas

Los expertos no han podido ocultar su alegría y fascinación por la excelente calidad y el gran número de ornamentos de oro descubiertos. El reciente hallazgo incluye 22 piezas completas, entre las que hay colgantes plagados de símbolos, un anillo para la nariz y un pectoral, todos ellos fabricados con finas láminas de oro, como explicaba el jefe del equipo arqueológico en declaraciones recogidas por Reuters. Depositado en una caja de piedra, el valioso tesoro fue descubierto en abril cerca del Zócalo, una de las más importantes y concurridas plazas de la capital mexicana, por detrás de la catedral católica de la época colonial y frente a la escalinata de lo que fue en el pasado el importante templo ceremonial azteca conocido en nuestros días como Templo Mayor. “Éstas son, sin lugar a dudas, las más grandes y finas piezas de oro descubiertas hasta ahora,” comentaba López en Reuters describiendo el valor de las 205 ofrendas descubiertas a lo largo de casi cuatro décadas de excavaciones en torno al yacimiento, dieciséis de las cuales contenían oro.

 

 

Ruinas del Templo Mayor, Ciudad de México (CC by SA 3.0)

Ruinas del Templo Mayor, Ciudad de México (CC by SA 3.0)

Tesoros sagrados de los aztecas

Las excavaciones se iniciaron en la zona tras la demolición de dos edificios que cubrían el antiguo asentamiento. Con un volumen de aproximadamente 12 pies cúbicos (0,34 metros cúbicos), el tesoro incluía además otros estratos de ofrendas con restos de seres vivos de tierra, mar y aire, todos ellos llenos de un profundo significado espiritual para los aztecas: “Lo que estaban haciendo era comunicarse con aquellos niveles del entorno en el que vivían, ya que sabían que habían recibido el don de la vida,” apuntaba en Reuters David Carrasco, experto en historia de las religiones e investigador de los aztecas de la Universidad de Harvard.

La caja sufrió daños en el año 1900, cuando se construyó un tramo de la red de alcantarillado cerca de su ubicación. López especula con la posibilidad de que los trabajadores de entonces no tuvieran ni idea de lo que había dentro de la caja: “Si hubieran visto los objetos de oro, lo hubieran saqueado inmediatamente,” comentaba en Reuters. Los aztecas valoraban el oro y lo consideraban sagrado, pero cuando fueron atacados por los españoles, la mayor parte de su oro fue saqueado y fundido en lingotes para poder transportarlo con más facilidad a Europa. Por otro lado, los elementos hechos de jade y plumas de quetzal eran considerados por aquel entonces aún más valiosos que los de oro. Los quetzales eran aves muy veneradas por los aztecas. Son nativas de Centroamérica, y presentan plumas de un verde iridiscente o verde dorado en coberteras alares, dorso, pecho y cabeza, mientras que su vientre es rojo. 

La importancia cultural del sacrificio del lobo

López continuaba explicando que el lobo tendría unos ocho meses de edad cuando lo mataron, y que poco después de ser sacrificado el animal fue engalanado con ornamentos de oro y una sarta de conchas del Océano Atlántico. A continuación, los sacerdotes aztecas lo depositaron cuidadosamente en una caja de piedra sobre una capa de cuchillos de sílex. El lobo que miraba al oeste representaba a Huitzilopochtli, dios azteca del sol y de la guerra, y la elección de este animal en concreto no era en absoluto casual, ya que el pueblo azteca creía que los lobos ayudaban a guiar a los guerreros caídos en combate a cruzar un peligroso río del Inframundo.

Huitzilopochtli tal y como aparece representado en el Codex Telleriano-Remensis. (Dominio público)

Huitzilopochtli tal y como aparece representado en el Codex Telleriano-Remensis. (Dominio público)

Se calcula que el joven lobo sacrificado fue enterrado durante el reinado del rey Ahuízotl (1486-1502), uno de los monarcas más intimidatorios y dominantes de los mexicas, quien expandió su imperio por el sur hasta lo que hoy es Guatemala. Los historiadores describen el reinado de Ahuízotl como excesivamente violento y brutal, lo que posiblemente concuerde de algún modo con el sacrificio del joven lobo.

López señaló asimismo que será necesario examinar nuevamente las costillas del animal para determinar si el corazón del joven lobo fue extraído como parte del sacrificio, al igual que se hacía con los guerreros capturados asesinados ritualmente en los altares chorreantes de sangre de los templos aztecas. Pero no se trataba de una violencia gratuita ni caprichosa según Carrasco: “Esta gente no se limitaba a matar a estos animales. No mataban personas por las buenas y se deshacían de ellas,” aseguraba el investigador en Reuters, añadiendo a continuación que “Les rendían un culto simbólico y elaborado, ya que sabían que su presencia representaba la presencia de un dios que debía ser alimentado.”

Imagen de portada: Alejandra Molina, arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) trabaja en el yacimiento contiguo al Templo Mayor, uno de los principales templos aztecas de Ciudad de México, lugar en el que han sido descubiertos los restos de un joven lobo sacrificado por los aztecas y cuidadosamente ornamentado con elementos de oro finísimo. (Fotografía: REUTERS/Henry Romero)

Autor: Theodoros Karasavvas

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

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