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La precisión astronómica del monumento megalítico irlandés de Newgrange

Recientemente, irlandeses y visitantes celebraron el Solsticio de Invierno de igual forma que hace miles de años en Newgrange, un gran monumento megalítico de la Edad de Piedra en cuya sala principal, en lo más profundo de su interior, brilla el sol al amanecer de este día tan señalado. Este año, unas 30.000 personas participaron en el sorteo, de las cuales fueron elegidas 50 que pudieron acceder a este monumento de hace 5.000 años para poder ser testigos del amanecer del solsticio de invierno, un acontecimiento de raíces ancestrales que tiene lugar en las mañanas del 18 al 23 de diciembre.

Aunque el monumento, cercano al río Boyne en el Condado de Meath, permanece abierto todo el año y es una de las atracciones turísticas más populares de Irlanda, se convierte en objeto de una especial atención internacional a finales de año.

 

 

Newgrange es anterior a las grandes pirámides egipcias de Guiza en unos 500 años, y a Stonehenge en aproximadamente 1.000 años. Poco después de ser construido, al amanecer del día más corto del año, lo que en la actualidad llamaríamos 21 de diciembre, la luz del sol entraba de forma precisa en la sala principal cuando salía el sol. Según los expertos este hecho no es casual. En nuestros días, la luz del sol tarda unos cuatro minutos en entrar en la sala tras el amanecer del solsticio de invierno a causa de las variaciones en la órbita de la Tierra alrededor del sol que han tenido lugar desde entonces.

La luz del amanecer del solsticio de invierno penetra en el monumento de Newgrange, fotografía de Cyril Byrne (Irish Times), tal y como aparece en la web de la NASA en su sección Foto Astronómica del Día

La luz del amanecer del solsticio de invierno penetra en el monumento de Newgrange, fotografía de Cyril Byrne (Irish Times), tal y como aparece en la web de la NASA en su sección Foto Astronómica del Día

Los arqueólogos creen que Newgrange y otros dos monumentos cercanos, Knowth y Dowth, eran tumbas, construidas en la prehistoria para disponer de un lugar en el que enterrar a sus muertos, así como para realizar rituales y congregarse, quizás para honrar a sus ancestros. Según los especialistas, varias generaciones de pueblos del Neolítico, de los que sabemos muy poco, habrían tardado décadas en construirlo.

La propia tumba es imponente y de gran tamaño, y está rodeada por un henge, círculo formado por grandes piedras. Según los expertos estas grandes piedras fueron transportadas desde el cercano río Boyne, quizás haciéndolas rodar sobre troncos.  

Este vídeo de National Geographico ofrece bellas vistas del monumento de Newgrange

La cantidad de fragmentos de hueso hallada en Newgrange a duras penas constituye la prueba de que fuese una cámara funeraria comunal, como ya informó Ancient Origins en el año 2013 en un artículo de dos partes sobre esta estructura del Neolítico. En total, solo se encontraron los huesos de cinco individuos en el interior del monumento durante las excavaciones realizadas en los años 60. Algunos huesos podrían haber sido robados tras el redescubrimiento de la entrada al corredor y la cámara en 1699. Pero con sus más de 85 metros (278 pies) de diámetro y sus más de 250.000 toneladas de piedra y tierra, este monumento parece ser una tumba demasiado grandiosa y lujosa como para albergar únicamente los restos de unos pocos mortales, si realmente era este su único propósito.  

La estructura de esta tumba de corredor permaneció enterrada durante muchos siglos, hasta que el arqueólogo M. J. O’Kelly comenzó a excavarla en el año 1962. Trabajó en el lugar hasta 1975. En 1967 fue testigo, el primero en miles de años, de cómo la luz del amanecer penetraba en la sala principal del monumento el 21 de diciembre. La luz entra a través de una ventana colocada en el lugar preciso, y se adentra profundamente en la tumba en la cual se hallaron los restos humanos.

O’Kelly escribe en sus notas: “El efecto es espectacular, ya que la luz directa del sol ilumina la cámara y extiende su brillante resplandor por toda su superficie. Puedo ver partes del techo, y la luz reflejada brilla de nuevo en dirección a lo más profundo de la última cámara.”

Tanto O’Kelly como otros especialistas restauraron el túmulo de Newgrange. Su altura es de 12 metros (40 pies). La superficie total del monumento y sus alrededores cubre cerca de 1 acre (0,4 hectáreas), y su techumbre se encuentra intacta y aún impermeabilizada 5.000 años después de su construcción. Grabados con espirales triples, similares a las de los celtas, aún adornan muchas de las piedras que forman parte de esta tumba.

Grabados con espirales triples sobre las piedras de los muros de Newgrange (Fotografía: Johnbod/Wikimedia Commons)

Grabados con espirales triples sobre las piedras de los muros de Newgrange (Fotografía: Johnbod/Wikimedia Commons)

No fue hasta 1967, tras las excavaciones arqueológicas y los trabajos de conservación y restauración, que fue de nuevo posible que la luz del sol volviera a iluminar el interior del monumento. Había quedado enterrado a causa del lento hundimiento de las piedras que forman parte de la techumbre del corredor, que se habían hundido gradualmente al inclinarse los ortostatos (“paredes”) hacia el interior a lo largo de los siglos. Antes de 1967, cuando el profesor O’Kelly se convirtió en la primera persona de nuestra época en ser testigo de cómo la luz del solsticio de invierno iluminaba el interior del monumento, nadie podría haber observado este fenómeno. Y de hecho las tradiciones locales sostenían que el sol brillaba en el interior de Newgrange en el día más corto del año. O’Kelly señaló que esta fue una de las razones que le impulsaron a visitar la cámara en diciembre de 1967.

Pero los misterios astronómicos de Newgrange van más allá. En 1958, en su libro sobre mitos de la prehistoria, Joseph Campbell recoge una narración popular del valle del Boyne según la cual un individuo del lugar le había contado que la luz de la Estrella de la Mañana, Venus, brillaba en el interior de Newgrange al amanecer un día de cada ocho años, y arrojaba un rayo de luz sobre una de las piedras del suelo de la cámara en la que había dos oquedades desgastadas. Esto podría parecer una insinuación increíble, de no ser porque es astronómicamente exacta. Venus sigue un ciclo de ocho años, y en uno de ellos se alza en el cielo del solsticio de invierno poco antes del amanecer, y su luz se puede observar desde el interior de la propia cámara.

Imagen de portada: El 21 de diciembre, la noche más larga y el día más corto del año, es un acontecimiento especial en Newgrange, Condado de Meath, Irlanda. Esta fotografía fue tomada el 24 de agosto del 2014 (Paul A. Byrne/Wikimedia Commons)

Autor: Mark Miller

Traducción: Rafa García

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

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Mark Miller

Mark MillerEs un escritor de Ancient-Origins. Tiene una licenciatura en periodismo, es editor y escritor de periodicos y revistas, desde mucho se interesa de la antropología, la mitología y la historia antigua. Sus hobbies son escribir y dibujar. Lee mas
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